Mechanical Animals • Vigésimo Aniversario

Por: Alejandro Plata Peña

Probablemente su mejor trabajo, el más completo, auténtico, mejor ensamblado, con los puntos más altos en su producción, en la composición de sus letras, en el despliegue de su música y hasta en el concepto.

Mechanical Animals (1998) el tercer LP de Marilyn Manson, es una joya infravalorada, con tantos matices que yo, un fan consumado desde 1999, aún lo escucho con emoción y pienso “jueputa, qué discazo!”; aún descubro nuevos elementos en sus canciones, sonidos que antes no había percibido y mensajes que no había comprendido, encerrados en su riquísimo y elaborado concepto.

Aunque Antichrist Superstar (1996) es considerado su obra maestra, creo que Manson nunca logró sonar tan Manson como en este disco; jamás volvió a alcanzar un grado tal de congruencia y armonía entre su música, sus letras y su estética. Cuando fue lanzado en septiembre de 1998 y todos esperaban un segundo capítulo del Anticristo Superestrella, el coco que escandalizó a la sociedad conservadora y católica de Estados Unidos, cambió la receta y en vez de recurrir a la imagen y el sonido pseudo satánico y metalero que lo había lanzado a la fama, presentó un disco con influencias del disco, del soul, del funk y del glam rock de los setenta; mucho más electrónico que su antecesor, depresivo, melancólico y sentimental, con menos punch y agresividad, pero más profundo y diverso. Tan brusco fue el cambio que su base de fanáticos no entendió el nuevo rumbo y lo castigó en las tiendas: el Mechanical Animals se estrenó en el número 1 de la lista Billboard, pero fue un fracaso comercial que “sólo” vendió 8 millones de copias, lo que en ese entonces y en comparación con las cifras esperadas, estuvo muy por debajo de las expectativas.

Fue sólo con los años, como pasa con muchos discos, que fue comprendido como lo que es: una súper obra, con un concepto muy trabajado y una música que maridó perfectamente lo comercial y lo estrambótico. Su concepto gira en torno a dos alter egos opuestos; uno es Omega, un extraterrestre andrógeno, superficial y plástico, adicto a las drogas y capturado por la industria del entretenimiento para producir éxitos musicales con su banda, los Mechanical Animals. Omega celebra la explotación comercial, el abuso (de sustancias, de personas) la superficialidad y la farándula. Representa las vivencias de Manson a partir del éxito del Antichrist Superstar, los excesos, el éxito y la fama, pero también la sensación de ser explotado y percibido como un bicho raro, como un alien.

Por otra parte se encuentra Alpha, que representa a un Manson más íntimo, sentimental y frágil, una antítesis de Omega, ajeno a un planeta tierra que se ha convertido en un lugar lleno de androides que perdieron la capacidad de sentir y de amar. Musical y conceptualmente, siete canciones son de Omega y otras siete son de Alpha. Las de Omega, mucho más “alegronas” y superficiales, mientras que las de Alpha son más introspectivas y tristes (les dejo a ustedes descubrir cuáles corresponden a cada personaje).

En este punto es necesario resaltar la evidente influencia de David Bowie y su disco The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972), que no sólo se nota en aspectos conceptuales, como la presencia de personajes extraterrestres y andróginos que vienen a la tierra a encontrarse con los humanos (como en el caso de Ziggy y Omega); si no en la parte visual y lo musical; Manson, tan poco dado a los solos de guitarra, recurre a ellos en varias canciones, reproduciendo un rasgo característico del sonido de Bowie en los setenta.

En el Mechanical Animals bajan las revoluciones de discos anteriores; del metal industrial rabioso y oscuro del Antichrist, pasamos a un rock triste y depresivo, no necesariamente más lento (pocas veces Marilyn Manson ha manejado velocidades uniformes en sus discos) pero sí menos agresivo; las composiciones son muy melódicas, con una producción impecable, guitarras potentes y limpias, las baterías más complejas de toda su discografía y un bajo que marca el groove de cada canción (a veces disco, a veces funk, a veces metal). Aquí se nota que casi todas las composiciones fueron lideradas por Twiggy Ramírez, bajista y lugarteniente de la banda, pues los instrumentos logran un conjunto y una sincronía al máximo nivel. También Madonna Wayne Gacy explota todo su talento, pues su impecable trabajo en los sintetizadores ayuda a potenciar la atmósfera espacial, apocalíptica y robótica que envuelve al Mechanical.

El disco empieza con la que es, en mi opinión, la mejor canción: Great Big White World, que lo tiene todo. Una melodía liderada por sintetizadores futuristas, guitarras rítmicas con un potente sonido cercano al metal y un solo muy rockero; además, una de las baterías más variadas de toda su discografía y letras pegajosas y muy bien construidas. Es una canción MUY buena que además pudo, como casi todo el disco, ser un single para emisoras, lo cual es una característica que lo define; un disco hecho para ser popular y comercial lo cual es, a la vez, una crítica de Manson a su propia explotación.

Irrumpe entonces algo que suena a una guitarra digital, mecánica: es la famosa The Dope Show, con una de las líneas de bajo más reconocidas del grupo y la influencia de Bowie a flor de piel. Después viene una joya desconocida, la canción homónima del disco: una balada rápida y desgarradora, con un cierre en el que confluyen batería, sintetizadores y guitarras para transmitir el mensaje de angustia y desesperanza de la canción a través de uno de los riffs más rockeros de todo el disco. Entonces estalla la frenética Rock is Dead; un tiroteo de metal industrial de dos minutos y medio que reconcilió a Manson con sus antiguos fanáticos, pero con unos sintetizadores que estaban ahí para recordarnos que esto no era el Antichrist.

Posteriormente, llega un tramo de dos canciones que quita el pie del acelerador y suaviza las luces; del frenesí y la angustia de la primera parte, entramos a una zona con melodías depresivas, de ritmo más lento, con letras introspectivas y melancólicas, remitiendo a la soledad, el desespero y al dolor. Disassociative es una canción inspirada en la ketamina y sus efectos (the nervous system is down i know) y que abre las puertas a una de mis canciones favoritas: The Speed of Pain. Una balada depresiva con guitarras acústicas como protagonistas, con un principio inspirado en Welcome to the Machine de Pink Floyd, en la que Manson hace gala de todo su repertorio vocal, sin necesidad de gritos y sonidos guturales. Para que se hagan una idea del estado de ánimo de esta canción, escuchen su desesperanzadora melodía y acompáñenla con esta estrofa:

I wish I could sleep
But I can't lay on my back
Because there's a knife
For everyday that I've known you
When you want it, it goes away too fast
Times you hate it, it always seems to last

Just remember, when you think you're free
The crack inside your fucking heart is me
i wanna outrace the speed of pain…

Después aquella inmersión en atmósfera depresiva hay un rebote hacia un tramo energético de rock pesado, con tintes industriales (tal vez lo más parecido al Antichrist de todo el disco) y relatado por Omega, deducción que hago después de analizar las letras y su apología al abuso de drogas, el sexo, a la superficialidad y a la industria del entretenimiento. Posthuman irrumpe con toques de Drum n' Bass (¡casi que huele a The Prodigy!) siendo una de las canciones más 'trentreznorianas'.

I Wanna Disappear es un caso similar, con un Manson que se atreve a retomar los gritos tan característicos que abundabaron en el Antichrist, pero que aquí fueron escasos. Y llega el momento de la canción que produjo un WHAT THE FUCK en casi todos sus fans: la disco-funky-pop-glam rockera y bailable, sutilmente diabólica, cómica y setentera I Don’t Like the Drugs (but the Drugs Like Me) que, con un coro góspel y pegajoso, odas permanentes a las drogas, críticas a la televisión y a la fama, fue polémica no sólo por lo explícito de sus letras, si no porque fue en sí misma una cachetada a sus fanáticos más acérrimos. Manson hizo una declaración: no sería encajado en un género específico y sería un artista polifacético, que podía mudarse del metal industrial más pesado, al glam rock más setentero. Como dato curioso, el solo de guitarra al final está a cargo de Dave Navarro, guitarrista de Jane’s Addiction de quien se rumoraba que estaba nadando en drogas, algo que ni Manson ni Navarro confirmaron o desmintieron…

Continuan User Friendly y New Model No. 15, dos canciones sobre el uso y abuso (del sexo, de drogas, de personas) con pizcas de disco y funk entre su sonido futurista y rockero. Después del frenesí de Omega, entra Alpha para cerrar el disco. ¡Y de qué manera! Mechanical Animals se despide con tres de sus mejores piezas (¡¡podría decir que diez de las catorce canciones son las mejores!!) letras apocalípticas y melancólicas, de bajas pulsaciones, para un cierre épico y espacial.

Primero empieza una sorpresa maravillosa que es Fundamentally Loathsome, una canción completamente atípica, con un piano acompasado que acompaña a la voz suave, casi erótica de Manson, al que uno se puede imaginar como un extraterrestre andrógino, acostado y cantando sobre un piano de cola, como las divas de principio de siglo en Estados Unidos. Todo un tributo a Bowie, con uno de los mejores (y escasos) punteos de guitarra de Marilyn Manson (salvo en el Eat Me Drink Me que tiene muchísimos solos) y con un final que mantiene la melodía del piano, pero que hace una transición impensada, y con total naturalidad, hacia un rock directo y pesado.

Posteriormente, The Last Day On Earth prepara el final, con una balada electrónica en la que Manson alcanza sus mayores picos de romanticismo, contando una historia en la que encuentra el amor, así el mundo se vaya a acabar (but i’m so empty, here with out you… i know it’s the last day on earth, we’ll be together while the planet dies). Años después saldría la versión acústica de esta canción, incluida en el disco en vivo The Last Tour On Earth, y que, para mí, se convirtió en su mejor balada. Cierra el telón la épica Coma White, una balada (otra más) que gira alrededor de un concepto clave en el disco: la dependencia, la adicción a una persona, al amor o a las drogas, como una escapatoria para no sentir dolor y para olvidar.

Con estas 14 canciones, muy bien armadas y empacaditas, Marilyn Manson concluyó el que hasta ahora ha sido, en mi opinión, su mejor y más completo trabajo. Es tan rico, que dejé por fuera muchos detalles musicales, de composición, de los videos que lo acompañan y de los conceptos y mensajes que abundan en el disco (el número 15, alpha, el estado de coma, las referencias a los animales mecánicos, el booklet y sus mensajes ocultos, etc.). Tiene tanto por descubrir, que existen páginas dedicadas casi exclusivamente a analizar el Mechanical Animals desde distintos puntos de vista. (https://www.mansonwiki.com/wiki/Omega, http://www.nachtkabarett.com, http://www.spookhouse.net, entre otras).

El gran logro de este disco fue el de dejar un sello particular, el del auténtico sonido de una banda que en el  Antichrist Superstar sonaba demasiado a Trent Reznor. Igualmente, con el Mechanical Animals, Marilyn Manson se posicionó como un ícono que no se regía por un género musical, si no por su propio estilo, multifacético y diverso. Sin embargo, después de millones de discos vendidos y alcanzar la fama global, la carrera de Manson empezó un continuo declive. A pesar de un par de buenos trabajos (Holywood, Eat Me Drink Me y The Pale Emperor) Manson nunca volvió a ser (o sonar) igual. Con el pasar de los años, el Anticristo Superestrella se convirtió en una caricatura de sí mismo; gordo y calvo, ahora es un recordatorio a veces patético de una sociedad que se escandalizó con muy poco. Para mí, y más allá de su triste ocaso, su legado es mayúsculo, pues dejó un sonido característico que aún disfruto casi a diario. Así que por ello, y sobretodo por la grandísima obra que es el Mechanical Animals, vuelvo y digo: ¡Larga vida a Marilyn Manson!