Pretty Hate Machine • Trigésimo Aniversario

El debut de Nine Inch Nails tiene un poco de todo lo mejor del post-punk. Beats bailables, poder melódico y algo de estridencia envueltos en estética de club underground. Un rango bastante amplio para simpatizarle a audiencias rudas y delicadas. Por otro lado y en un despliegue de habilidad del usual creador Trent Reznor, llama el sutil empleo de samples y el toque de hip-hop con el que se canta el sencillo Down In It, elementos algo ajenos al post-punk, pero que en todo caso nos aterrizan en aquella gloriosa época que estaba por terminar. Entonces dos cosas: primero, sea lo primero reiterar que Nine Inch Nails es un proyecto ochentero (gran parte de su atractivo siempre ha sido ese, aunque por varios años no fui consciente de ello). Segundo, que difícil encontrar título más acertado para este conjunto de buenas decisiones en aquel memorable contexto que Pretty Hate Machine.

Ahora, aunque NIN siempre se ha caracterizado por el empleo de guitarras, inclusive para interpretar los temas de este álbum en vivo, en esta grabación solo se escuchan claramente en los coros de Head Like A Hole y en unos puentes en Ringfinger. Y no se trata de una guitarra como la que sonaría en The Cure, no. Son guitarras metaleras. Y la adopción de ese elemento (externo al post-punk) bajo los parámetros que no hacía mucho había fundado Ministry, es otro punto a resaltar aquí y es que además estamos revisando el origen del rock industrial. Claro, en la siguiente publicación de NIN, el Ep Broken de 1992, ese es el elemento primordial, pero en todo caso aquí inicia.

Retomando lo del poder melódico, un álbum tan bueno como este es viable para un músico que puede quedarse solo en el piano como en Something I Can Never Have, una de sus curiosidades y puntos más altos. Es un tema triste y atmosférico que va en crescendo, con un golpe industrial que acecha lentamente, pasando de lo vulnerable a lo agresivo, siempre manteniendo al profesor de solfeo orgulloso. Por cierto, la sencillez de aquellos golpes me hacen caer en cuenta que rítmicamente, Pretty Hate Machine no revela la consabida genialidad de Trent para construir patrones rítmicos (esto sucede en The Downward Spiral), pero en todo caso aquí los ritmos son efectivos y un paso adelante de lo obvio. Si uno se fija escuchará como los beats cambian de sonidos con frecuencia en la misma canción, o como el groove pareciera alternar entre baterías análogas y ritmos programados, suficiente valor agregado para tu primera producción.

Claro, lo podrá haber construido solo porque es un prodigio, pero la ayuda de los productores ingleses expertos en post-punk Flood, SherwoodFryer (el tercero de This Mortal Coil), es importante para darle forma a esto. Recordemos que Pretty Hate Machine alcanzó listas de popularidad (#75 en la Billboard 200 en febrero de 1990, lista en la que estuvo por 115 semanas).

Y bueno, ¿qué tanto puede agregarse después de haberlo escuchado por tanto tiempo? El sonido, el arte, el título... Ah si... las letras. Estas no pueden pasar desapercibidas cuando inicias con himnos como Head Like A Hole y Terrible Lie. Nada como una banda con algo que decir pues siempre encontrará una audiencia que escuchará (y cantará) con atención. Para terminar podría anotar que hoy en día me disfruto mucho el lado B. Aún ante el atormentado Universo Reznor, la música es enérgica y bailable, lo que realmente me mueve. Después del séptimo corte Sin y su respetable bloque de sintetizadores, viene mi tripleta favorita: That's What I Get, The Only Time y Ringfinger. Habla de mujeres, con algo de la timidez con que la gente no-popular de la época lo hacía, pero con la confianza que dan unas canciones grandiosas. Una delicia.

Esto abrió mis ojos y mis oídos a mil cosas que amo del mundo, por cierto.

Feliz aniversario!

Con The Fragile me enredé... este texto fluyó mucho mejor.