Todo Pasa
por: Fabián DíazGranados Bolaño
George Harrison es mi favorito y aunque no siempre fue así, y aunque en temporadas me siento John Lennon, en otras Paul McCartney y en otras Ringo Starr, mi corazón pertenece al beatle callado. Como siempre, es muy complicado hablar de los discos que a uno más lo han marcado, pero aquí va mi intento.
En 1970 estos manes no podían hacer nada mal y sus almas musicales estaban listas para pasar a un siguiente estado. A los Beatles le llegó la madurez a muy temprana edad porque en la historia ya estaba escrito que serían una leyenda, por eso es que la melancolía de unos años inolvidables es la nueva seña reina en los semblantes de los fab four a partir del fin de los años sesenta. Se nota en las portadas de “John Lennon/Plastic Ono Band”, “McCartney”,” Sentimental Journey” y del disco que intenta conmemorar este escrito. Imaginarse ese revuelto de sentimientos puede ser un ejercicio abrumador y hasta doloroso.
Si hay una obra maestra en las carreras en solitario del cuarteto de Liverpool, ese es este disco, sin lugar a dudas. Desde que me obsesioné con los Beatles, siempre estuvo la inquietud por George Harrison, su voz suave, paternal, y una forma de cantar muy extraña y dulce a la vez. Inconfundible. Afortunadamente prolongada en la posteridad no sólo por toda su obra, que es imperecedera, sino en la reencarnación misma que es su hijo.
De entrada, el nombre es bellísimo. Todo pasa. Todo tiene que pasar. No hay mal que dure cien años… podría ser una expresión que puede traducirse de manera no-literal desde cualquier cultura: cógela suave, todo va a estar bien. Este es el disco que nos recuerda que la vida es frágil y que la paz metal y física, contigo y con los demás, es lo único que puede hacerla más llevadera. Lo podría describir como un viaje apologético hacia la tranquilidad, un carnaval de una luz cálida, en el que las verdades más fundamentales y simples de la vida, los acuerdos básicos entre armonía y caos, son revelados. Y en los que, aunque exista más caos en el universo, el poder de la armonía trasciende incluso las barreras de la muerte.
La orquestación de este disco es increíble, envolvente, mágica. Y quiero defender el hecho de que, aunque me gusta la música psicodélica, no todo tiene que estar lleno de efectos para ser envolvente. Pueden pasar siglos de avances tecnológicos: los instrumentos por sí mismos es lo más bello que puede haber, y la música que se hace de manera orgánica no sólo vale la pena, sino que al final, es la que más vale la pena… y la que más nos recuerda que somos carne, huesos y sentimientos. Cuando le das play a este álbum de 1970, parece que la música bajara de algún lado hasta tus oídos. ‘All Things Must Pass’ es el disco que hay poner para limpiar el alma.
La vida lo pone a uno en situaciones muy difíciles, y cuanto más conoces y más consciente eres, más preguntas hay y más te cuesta y te duele ‘creer’. La duda siempre está, pero cuando escucho All Thing Must Pass, siento una esperanza especial. Y eso es lo que siento que George quiso plasmar en este disco, y obviamente, lo logró con creces. Cierro pidiendo disculpas, porque en realidad pienso que, el único escrito que puede hacerle justicia a este álbum es uno que cite textualmente todas las letras de sus canciones.