Advirtiendo que soy fan tardío, vengo a rendirle un breve tributo a la puerta de entrada a este universo llamado Rush, en el cual me estoy sintiendo cada vez más cómodo y el cual inspiró proyectos muy importantes para mi como Primus y Tool. Por puerta de entrada me refiero al Moving Pictures por supuesto, su octavo álbum de estudio y mejor calificado por la critica y los consumidores, cuyas cualidades efectivamente son brujería. Y a propósito de burjería me encanta que tengan una canción llamada Witch Hunt, que además de linda, recuerda que son de los nuestros. (El cuadro más cercano que están moviendo en la imagen de la portada es Juana de Arco siendo quemada, según veo en Wikipedia).
Lo primero que resaltaría es la consistencia del sonido. Aun si uno se pusiera a revisar todas las dinámicas y los detalles que trae cada minuto del álbum, que darían para llenar un cuaderno, el impacto inicial de la música sigue siendo como el del pop: entrando suave y al corazón. Es decir, cuando me siento a escucharlo, primero pienso en lo hermoso de las melodías y en la nostalgia de esa emoción ochentera, antes que en el virtuosismo o en la complejidad de la obra. Eso me vuela la cabeza.
A su vez, sobre el sonido ochentero quiero anotar dos cosas: primero, el trabajo de teclados que ya venían incorporando del new wave (entonces en boga en todo occidente) y con el que aquí logran un resultado majestuoso. (El cierre con Vital Signs es muy "The Police", ¿no?) Tal vez mi momento preferido de teclados es The Camera Eye, la épica del disco que tiene una dosis grande de este elemento para analizar. Segundo: todos estos tonos medios en las cuerdas (en vez de las afinaciones bajas de los 90), la aguda e impecable voz, los arpegios y en general la calidad de la producción que juntos me llevan de inmediato a esa época, época que no ha parado de tomar relevancia en mi vida con cada año que pasa y cuya influencia se sigue sintiendo fuerte, cuarenta años después.
La semana pasada estuve escuchando el disco y concluí que mi canción preferida es Limelight. Anoche, encontré al profe Rick Beato deconstruyéndola en su canal de YouTube y revelando su genialidad (aparte del punteo... maldita sea ese punteo...). Como verán, de aquí saqué la poca claridad con la que escribí los tres párrafos anteriores, disfruten:
Ahora, ya que mi tocayo Rick celebra las baterías en Limelight y que no tendría ningún sentido reconocer algo de Rush sin la magia del baterista Neil Peart, antes que ponerme a señalar cosas que solo le interesan a bateristas, creo es mejor esta entrevista que le hicieron sobre el álbum con ocasión del trigésimo aniversario. Gran tipo Neil (Q.E.P.D.):
Feliz aniversario!
No se sabe cuál de los tres es mejor... La diferencia entre el álbum y el concierto, casi imperceptible.