Sobre: 'Delirio'

De entrada, sentí como una ventaja haber vivido tantos años en Bogotá y haber sido invitado un par de veces a fincas en Sasaima y a otras por aquí en la sabana, y así ubicarme rápidamente en el universo de la novela, ése en el que se describe con muy buen criterio qué demonios es lo que pasa a Colombia. No se si además de ubicado estaba sintonizado, pero me pareció que empezar a explicar la demencia colectiva colombiana echando varias generaciones atrás es bastante lógico, pues independientemente del apellido, los locos y las locas abundan en las familias, y si hay algo que no hemos hecho es reconocerles y sanarles, pretendiendo que la locura se sane con el tiempo, como si se tratara de cortadas en la piel. Punto para esta novela.

Paralela a la revisión de las líneas familiares, se aborda uno de los fenómenos que más ha marcado a éste país: el narcotráfico. Es tan acertado el relato del dinero sucio financiando patéticos escenarios y personajes tan típicos por estas tierras, que da gusto y vergüenza al mismo tiempo leerlas con tal claridad. Otro punto para la novela. Y por último, se reconstruye al detalle una de nuestras tradiciones favoritas: la de hacer de cuenta que aquí no ha pasado nada, la cual dominamos con maestría y la cual nos ha llevado a vivir entre la barbarie pretendiendo que todo es normal.

Más allá de las mayúsculas para cambiar de persona gramatical -todo un estilazo-, son los mencionados tres ingredientes lo que explican este Delirio que vivimos muchos colombianos y la razón por la cual premiaron esta novela. Recomendada.