Esta película ganó premio a mejor guion en Cannes 2024 y desde entonces Mubi la viene distribuyendo en algunos países. Aunque usualmente coincido con los reconocimientos del mencionado festival y soy usuario de Mubi por su curaduría, paso a contarles que en mi opinión esta historia es floja. Veamos.
Desde los minutos iniciales se plantea con éxito el concepto y a buen ritmo llega la interesante premisa de ciencia-ficción donde su fina estética te va envolviendo. Sin embargo, la narración empieza a tornase muy explícita, con planos de sobra que te privan de hacer tus propias deducciones y que ralentizan la historia. Cuando llega la escena del dedo índice y empiezan las llamadas telefónicas a la corporación misteriosa, la historia se estanca en un loop bastante prolongado.
Este estancamiento me reveló que la premisa está viciada: mientras voces y avisos insisten una y otra vez en que sólo hay un personaje en la historia, las motivaciones y acciones confirman que son dos. Al final quiere corregirse esta inconsistencia pero el abuso de la repetición y de los efectos especiales ha sido tal, que lo esencial ya no importa. Lo grotesco es una herramienta valiosa para incomodar al público en favor de una reflexión, pero aquí se exagera hasta que se arruina.
Como no puede promocionarse nada del subgénero (o etiqueta) body horror sin montarse en el bus de Cronemberg, me parece justa la referencia pero sugiero que se guarden las proporciones. El canadiense (y gurú de esta comunidad) siempre recurrió progresivamente a los efectos especiales como elemento necesario en historias que siempre avanzan, tal vez por eso sus mejores largometrajes de esa era rondaban los 90 minutos. En The Substance uno se pregunta cómo se atrevieron a hacer un corte de 140 minutos con una historia estancada.
En todo caso, su acertada crítica social, su hermosa imagen (re-The Shining), el impecable audio, el sensacional desempeño de Demi Moore y la valorización de Magaret Qualley como actriz promesa, hacen que -literalmente- valga la pena verla.