La mezcla de rap y metal ha sido uno de los ejemplos clásicos de alternativa. Al principio fueron solo experimentos muy satisfactorios en los años ochenta, hasta que inevitablemente surgieron exponentes del estilo, por supuesto, en los años noventa. Pesos pesados como Rage Against The Machine o Biohazard son mis favoritos entre los más renombrados en la materia.
Pero hubo una banda que aunque no tuvo ése nivel de exposición también fue pionera y logró un álbum definitivo del rap metal. Se trata de la agrupación de Atlanta, Stuck Mojo, quienes hicieron una escalada importante en sus primeros años de existencia a partir de su formación en 1989. Las falencias técnicas no evitaron que el poderoso debut independiente Snappin' Necks (1995) llamara la atención de algunas personas en el medio, entre ésas, la de la joven disquera de metal Century Media Records, quienes les contrataron para una segunda entrega, la que me trae a redactar estos párrafos.
Con este respaldo, a la banda le fueron asignados dos productores expertos en música pesada: el canadiense Devin Townsend (conocido también por su proyecto Strapping Young Lad) y el sueco Daniel Bertgstrand, quien hacía poco acababa de empezar su carrera, nada más ni nada menos que con el Destroy Erase Improve de sus compatriotas Meshuggah. El proceso inició con la modificación de la alineación de Stuck Mojo, empleando nuevo bajista y baterista para que, una vez solucionados los problemas de interpretación de instrumentos, poderse enfocar en un sonido profesional. Y como la banda, o al menos la sociedad entre el guitarrista fundador Rich Ward y el MC original, Bonz, se encontraba en un pico creativo, el resultado fue el grandioso Pigwalk de 1996.
Al igual que en su antecesor, aquí el insumo son las rimas socio-políticas con hardcore como base, solo que llevadas a su mejor punto en términos de producción. La primera gran mejora es la distorsión limpia y contundente en la guitarra, instrumento que además se aprovecha como acompañamiento constante a través de pequeñas notas y adornos que tienen un sabor hip-hop especial. Aparte de la voz, este es el elemento principal a lo largo de la grabación, (Here Comes The) Monster puede servir de ejemplo para disfrutar las cuerdas distorsionadas.
La batería por su parte, se mantiene en la contundencia de la simplicidad, logrando un punch impecable y cuando se requieren rellenos (como en Mental Meltdown), o llevar el ritmo más allá de lo estrictamente necesario, ésta se enfoca de manera acertada en momentos puntuales, como el doble bombo en Twisted.
Ahora, como gran valor agregado en producción tenemos samples, algunos teclados y una serie de efectos que amplían el espectro de la música y que en las transiciones entre cortes dan cohesión, color y atmósfera al álbum, con intenciones de metal industrial. Todo éso gracias a Townsend, cuya mano se siente desde los primeros segundos de la canción que da nombre al disco (en el video si se quedaron cortos infortunadamente) y a quien parecieran haberle dado un espacio completo en el episodio instrumental Inside My Head para que hiciera su magia.
Entre las golosinas están el manifiesto Despise (con su intro The Sermon) donde establecieron: "We're the alternative to the alternative - Heavy it's where is at", compartiendo el creciente hartazgo de la fórmula sonora de aquella década, y la poderosa Violated, una de las más recordadas de Stuck Mojo.
Así las cosas, hay cohesión, dinámica y detalles permanentes en Pigwalk que lo hacen divertido y elegante, una referencia perfecta de todo lo que la producción puede hacer por una banda, y una pieza obligatoria del rap metal y por consiguiente, obra maestra del metal alternativo. Muy recomendado.
Feliz aniversario!