La semana pasada pensé que debía empezar esto señalando que este es el disco más rudo del metal alternativo. También, que si yo fuera un disco de metal alternativo, este podría ser uno de ellos. También pensé, sobre todo después de tanto pop electrónico en Estereo Picnic, y aunque peque un poco por viejo retrógrado e insoportable, que este siempre será uno de mis antídotos cuando sienta que la música esté muy blanda allá afuera y que a los artistas les falten cojones. Pero aunque provoque hacerlo, por supuesto que la intención no es restarle mérito a la música "suave", sino que al ser este disco en particular un ejemplo de la relación directamente proporcional entre lo rudo y lo atractivo, no me queda más que mencionarlo para efectos de poder celebrarlo.
Después del increíble pico musical logrado por la humanidad en 1996, año en que vieron la luz, entre otros, el Roots de Sepultura, el Evil Empire de Rage Against the Machine, el Ænima de Tool y el Antichrist Svperstar de Marilyn Manson, la inspiración para obtener obras geniales como ésas no iba a durar toda la vida, así la escena del metal alternativo empezó a decaer naturalmente. Sin embargo, faltaban dos o tres joyas por sorprender a las audiencias en esa extraña llegada al final de la década, y una de ellas fue el segundo hijo de Machine Head, el fabuloso the more things change..., un bloque de poder que profundiza y perfecciona el estilo propio que iniciaron con el fantástico Burn My Eyes tres años atrás, y con el que volvieron a hacer feliz a más de un metalero en el mundo.
Durante ésos primeros años de la banda siempre hubo certeza entre los seguidores de que con una fórmula tan ganadora como ésa, varios discos se harían, y en este segundo continuaron el sendero del debut pero con temas más extensos, reventando aún más su fuerza y agresividad, pero también dejando fluir sin afán el lado tranquilo de las canciones, ése que balancea esta propuesta. En esta versión vuelven a trabajar con el productor británico experto en música extrema Colin Richardson, y se les une el baterista Dave McClain, que tiene un ritmo más mecánico y demoledor que su antecesor. Basta con escuchar un par de minutos para apreciar el buen trabajo que logran ambos.
Además de duro, the more things change... revela la capacidad de acelerar el tempo sin disminuir la intensidad, como en Struck A Nerve, una mezcla mortal de fuerza y velocidad que en realidad es más hardcore que thrash. Bay Of Pigs es otro ejemplo de esto. También hay otro elemento que dinamiza la pesadez y es el lado 'épico' del disco (donde lentamente llevan los temas hasta el punto de casi apagarse por completo para luego elevarlos hacia lo más alto) que empieza asomarse en Down To None, siguiendo en Spine, que también tiene este lado largo y majestuoso, además de su riff típico de nuevo metal que en los primeros segundos revela el poderoso sonido del bajo, pero sobretodo en Violate, donde se toman todo el tiempo del mundo para acreditar que dominan la escuela que Metallica estableció en el mundo del metal con el álbum negro (1991), donde lo más heavy también reside en lo mas lento.
Stephen Thomas Erlewine, el teso de allmusic.com anotó sobre este disco:
De hecho, el título no es un chiste. Machine Head efectivamente se arriesga un poco en su segundo álbum The More Things Change..., expandiendo su brutal ataque con florecidos góticos y pretensiones progresivas sin abandonar nunca sus abrasadoras raíces thrash. Y eso es bueno - pocas bandas tienen tienen el atractivo ataque visceral de Machine Head y The More Things Change... prueba que están entre las bandas de metal más vitales de la segunda mitad de los 90's.
Estoy de acuerdo con la apreciación pues en ese momento Machine Head tenía fuerza sónica de sobra para enfrentar a titanes como Pantera, pero con el encanto melódico constante que les permitía también sonar en radio y en MTV con frecuencia. Recordemos que ellos no se quedaban pegados en el lado pesado sino que regresaban continuamente a coros o estrofas más suaves. Aunque los videoclips son terribles, los sencillos Ten Ton Hammer y sobre todo Take My Scars (cargados ambos con sus malditos armónicos paralizadores) contienen el resumen del monstruo que quedó aquí registrado. La 'máquina' de bajo y batería, y las guitarras que nunca paran de sorprender por su versatilidad.
Ahora, éste sería el último disco 'groove encuentra al thrash', pues una vez sepultado el nu-metal Machine Head continuaría explorando con tendencias, pero nunca como en esta primera época que es la que más me gusta. Seguro la partida del guitarrista Logan Mader (a Soulfly, otro de los últimos grandes momentos del metal de fin del milenio) tuvo que ver con esto, pues audiovisualmente se nota que esta versión de la banda se fundaba en un estilo conjunto entre él y el líder Robb Flynn.
Claro que este álbum me recuerda los años maravillosos donde la música pesada era el común denominador, y claro que me resulta satisfactorio escucharlo hoy en día donde la música popular ha evolucionado hacia otras intenciones e intensidades (es decir que ya es un clásico), pero sus dinámicas, sus matices, su contundencia, entre otros detalles, también me dejan claro que lo pesado no era simple o gratuito, eran manifestaciones genuinas que se exponían en un mercado que estaba acostumbrado a lo agresivo, escenario que le permitió a esta banda y a otros líderes de esa corriente brillar con sus trabajos, que si bien ya no suenan tanto, suenan más duro que nunca, idea que reafirmé luego de haberme sumergido por varios días en las intensas ondas del the more things change...
Feliz aniversario!