Precedidos siempre por el culto que se le rinde a la impecabilidad sónica y cultural que mantuvieron firme por más de una década, esto podría tratarse de seguir romantizando a Fugazi, pero quiero que solo sea el reconocimiento correspondiente 30 años después de este regalo. Además, me he encariñado muchísimo con esto en la historia reciente y pronto viene el trigésimo aniversario del Repeater -efectivamente su mejor álbum-, asunto que no quiero abordar sin haber resuelto este...
Todo lo que me consta de esta banda por fuera de la música lo se por los varios documentales disponibles. Fugazi es una de las marcas más famosas del rock, habiendo construido todo lo más al margen posible de la industria. Si hubo una banda cercana a ofrecer su trabajo sin nada a cambio, ante una posibilidad gigante de monetizar su propuesta en aquella década donde el underground se puso de moda, son ellos. Pero verificar esa afirmación se las dejo a ustedes en Internet, esta vez quiero resaltar que alrededor de 1989 Fugazi estaba defendiendo la misma agenda que ahora tenemos en 2019/2020: revaluar el rol masculino, evitar el odio, salvar al planeta. Bravo.
Pasando a la música, despachemos que aunque se trata de dos Ep compilados (Fugazi de 1988 y Margin Walker de 1989), producidos en Estados Unidos e Inglaterra respectivamente, esta recopilación de sus primeras grabaciones llama la atención por la curiosa sensación de álbum tan marcada que genera. Por otro lado, el post-hardcore es hermoso tanto por añadirle sensibilidad al -muchas veces macho- hardcore, como porque es un estilo o sub-género poco prolífico, entonces, en ese pequeño universo, cuando la banda es buena es tremenda, y estos son unos de sus exponentes definitivos.
En cuanto a la receta de los manes, pocos pueden darle un molde de canción tan comprensible a un toque tan experimental. Extraen de su jam en vivo las partes exactas que en tiempo y en estructura funcionan fáciles de comprender, con dos voces y dos guitarras magníficamente aprovechadas como las de Picciotto y MacKaye, mientras que Joe Lally y Brendan Canty añaden un sabor funk envidiable a la base rítmica. Esa primera época de la banda es brillante. No es un ensamble virtuoso pero el resultado es tan efectivo que lo pareciera.
Por último, 13 Songs me ha resultado muy inspirador últimamente, desde la energía física que te compele a hacer algo, como la reflexión que plantea que te obliga a pensar algo. Muy fuerte. Cada tema es un round en un club de la lucha contigo mismo, en el que uno sale golpeado pero dichoso. De todas las menciones que podría hacer a cada uno de sus temas, me encanta el cierre con Promises y su vigencia en esta era de redes sociales: "Free me from this give and take - Free me from this great debate".
Feliz aniversario!