Antes de verlas en vivo por primera en vez en 2019, las busqué en YouTube, un video de los tantos que tienen en esa red llamó mi atención: Burroughs, Bukowski y Rimbaud en una pared... “mano, La Valija de Fuego” dije en voz alta. Al rato aparece la baterista con el pelo fucsia, después de pelo corto la guitarrista, y con el pelo rojo la bajista, y ahí, se fueron a toda velocidad. Quedé paralizado de la emoción y listo para verlas en vivo en la edición relámpago que hicieron ese año del Festival de la Tigra en Latino Power (Bogotá).
Polikarpa y sus Viciosas no es una banda nueva, es legendaria por más que sus integrantes se vean jóvenes. Nacieron hace más de 20 años en Bogotá, es punk pesado, no podrido, es más hardcore. Rastreando internet, antes del álbum del que vamos a hablar acá, tenían dos lanzados en los años 90: Libertad y Desorden (1996) y Animales (1999). En el 96, mientras estrenaban su debut las Polikarpas, No Doubt con Spiderwebs hacían un concierto increíble de una canción en el pre-show de los MTV Video Music Awards para luego Smashing Pumpkins arrasar en los premios. Su último disco fue en 1999, ese año Colombia era un país inviable, 2020, veinte años después llegan con Hijas de la Rebeldía.
Al abrir su página se lee: “Las poderosas mujeres luchadoras de nuestras tierras, lesbianas, heterosexuales, madres, campesinas, indígenas, lideresas, excombatientes, artistas, feministas, defensoras y defensores de derechos humanos, de todos los colores, edades, regiones y causas. Quienes no callan son la combustión…” Son activistas, sus letras tienen mensajes, no a lo Ana y Jaime, a lo Bad Brains en el sonido y a lo Eskorbuto en las letras. Marco Sosa, editor con una colección invaluable de discos de punk única en Latinoamérica y creador de la librería La Valija de Fuego, las ha seguido desde sus inicios y manifiesta: “el nuevo disco de Polikarpa muestra una evolución de la banda tanto musical como ideológica, además se nota una banda más compacta y más madura, con más acervo y más peso”.
A que me recuerdan? En la voz a Sepultura, tiene ciertos aires a Misfits, las canciones son cortas, la que más dura llega a los 2:40 minutos. El álbum arranca con Caquetá, “la población de Caquetá nos importa”, rápida, no deja respirar; luego viene Amor, la voz es más suave, no tan fuerte como la primera, y la guitarra es más melódica, “fuerte, suave y de nuevo, una y otra vez, lentamente”, es una canción romántica; Botín de guerra, ya venían tocándola desde hace unos años, vuelve la voz de la primera canción “abusos sexuales usados, cómo, botín de guerra”; las dos de cierre son de gran factura, Excombatiente, tiene una introducción de casi 30 segundos para arrancar “un Estado que es corrupto, siempre nos hará insurgentes”, y llega Libertad, la canción más tranquila, pero con un coro “libertad, ey ey ey, libertad, lucha por tu libertad”.
Volviendo con Marco Sosa, “fue las primeras bandas punk de sólo mujeres, eso tiene una connotación muy fuerte, las letras son un poco más maduras, son más dicientes, no solo letras protestatarias sino con una capacidad de conjugar el verbo con la acción”.
Le pongo 4.6 de 5 bolsas de cafés especiales. Es un disco que se hace fuerte por la historia que carga una banda que estoy seguro ha inspirado a muchos en Colombia, son de culto.