El posthardcore fue primordialmente el underground de los 90, así que aparte de Fugazi, cuya reputación trascendía fronteras a punta de voz a voz, o de la hazaña musical que resultó ser The Shape Of Punk To Come (en todo caso ya al final de la década), todas las bandas de ese estilo eran difíciles de conocer en estas tierras. Por esto, mi primera relación con At the Drive-In fue, obviamente, One Armed Scissor, momento en que explotaron comercialmente, alcanzando a sonar en radio y a rotar en lo que quedaba de Mtv, cuando todavía esa era la forma de conocer nueva música. De hecho, recuerdo que lo primero que pensé cuando escuché aquella explosiva canción, es que era un nuevo Nirvana que llegaba a evitar lo inevitable (el paso de las guitarras a un segundo plano en el nuevo milenio).
El caso es que esa explosión estaba destinada a suceder (como lo anotó ayer Tom Breihan para Stereogum), pues además de dominar los trucos del estilo de donde surgen, como las dos guitarras proponiendo independientes o la intermitencia entre voces pulidas y agresivas, que además justifica los 5 integrantes, tenían aún más para ofrecer. Tal es el caso del sabor latino latente desde las maracas iniciales, de los teclados de Jim Ward que aparecen tanto en momentos emo como pesados, un par de ritmos programados que enriquecen la atmósfera junto a los efectos de Omar, y claro, todo interpretado con 'un volador entre el culo', como decimos en algunos lugares de Colombia a quienes manejan un nivel de energía excesivo, que en este caso es mucho decir pues es un estilo enérgico por naturaleza. Claro, la base rítmica de Paul y Tony en bajo y batería, es poderosa, bien aplicada, sin pretensiones.
Si su éxito no es sorpresa, tampoco sorprende que hayan terminado justo después de esto, pues se nota que Omar & Cedric sintieron la necesidad de construir algo, no se si más grande pero si más elaborado, en una sociedad creativa donde sus ganas de psicodelia, surrealismo y complejidad musical equipararan este voltaje con el que se hicieron famosos. En este punto, es importante hacer el reconocimiento correspondiente al productor Ross Robinson, quien venía de hacer maravillas con el nuevo metal, dándole una contundencia al álbum que hace palidecer a los dos antecesores de la banda, sobre todo con la experiencia que tenía manejando voces agresivas, que en At the Drive-In es uno de los principales activos.
Entonces, aunque no hay quien evite lo inevitable, lo intentaron con Relationship Of Command, una obra con tanta capacidad musical y con tanto espíritu que nos hizo soñar con que la era del rock se alargaría diez años más. Es el mejor momento de una gran banda, un clásico de culto y de lo mejor del año 2000.
Feliz aniversario.