Gran favor hizo The Clash a la música ampliando tan notablemente el molde punk, que siempre ha llevado a cuestas la tentación contradictoria de excluir (o excluirse de) otras propuestas. La relevancia de esta marca viene precisamente de destacarse por la versatilidad y la dinámica, en vez de por el apego a una fórmula. Claro que el homónimo de 1977 y el Give 'Em Enough Rope de 1978 son mero punk rock en el clásico sentido del concepto, pero la mitad de sus credenciales se deben a la evolución que transitaron con London Calling, Sandinista! y Combat Rock, brillante en variedad de estilos, instrumentos y ritmos, empaquetados en aquella musicalidad inglesa que es envidiable. Ahora, si bien la historia dice que para 1982 no se encontraban en su mejor momento como agrupación, lo cual afectó inevitablemente el producto, siempre le he tenido un cariño especial a Combat Rock, el disco ochentero de The Clash.
Al ser más corto y conciso que los dos anteriores, en Combat Rock se sienten más los contrastes entre canciones y estilos, los detalles de producción y el impacto general. Según Wikipedia, mientras Joe Strummer y Paul Simonon deseaban mantenerse entre los límites normales de un LP en función del atractivo comercial, Mick Jones tenía en mente un álbum doble aprovechando el material grabado que era suficiente. El debate terminó resolviéndose en el corte final de 46 minutos que conocemos, lo que me parece acertado pues siempre me ha resultado exagerado que Sandinista! sea un LP triple. Este trabajo de edición se lo encargaron al experimentado productor Glyn Johns, quien cumplió satisfactoriamente.
Know Your Rights es un inicio crudo y rudo, un primer sencillo para saldar de entrada exigencias de compromiso con la causa y con el voltaje. Siento que la influencia de ese sarcástico anuncio público se siente a través de los años, en la existencia de bandas como La Polla Récords, y hasta la fecha en el título de la actual gira de Rage Against the Machine, llamado "Public Service Announcement" Tour. Por otro lado, aunque el tempo y el ritmo de esta canción son intensos, hacia el final alcanza un groove muy bailable con acordes de piano y guitarra funk, que es donde está la sustancia.
La musicalidad del Combat Rock la puedo exaltar aún omitiendo los memorables hits Should I Stay or Should I Go y Rock The Casbah, pues aquel sabor bailable, que es distinto a las incursiones reggae del London Calling y a la producción dub/dance del Sandinista!, siempre está presente. Más bien la cosa va como precursora del new wave que entonces empezaba a proliferar. Además del mencionado groove, muchos detalles apuntan en esta dirección, como la batería en Car Jamming, que se mantiene alejada de los platillos y enfocada en los tambores, que no es extraño pero si inusual.
Hacia la mitad del trayecto es que empiezo a encontrar la satisfacción absoluta, a partir de Red Angel Dragnet: una exquisitez en bajo y batería, y la voz líder de Paul Simonon que refresca la experiencia sonora mientras cuenta sobre las calles neoyorquinas que tanto les influenciaron. Como si fuera poco lujo sumar tres voces principales en el quinto corte, se une también la narración del invitado Kosmo Vinyl, quien recita algunas líneas del personaje Travis Bickle en Taxi Driver e introduce un elemento recurrente en el álbum: las voces habladas, que por cierto resaltan fácilmente por las medidas dosis de guitarra que podrían considerarse minimalistas.
Ahora, el plato fuerte y posiblemente mi canción favorita de The Clash es Straight To Hell, un experimento musical grandioso, imposible de clasificar en un estilo pero emocionalmente avasallador. Por mucho tiempo pensé que era un tema impunemente ignorado, hasta que se puso de moda Paper Planes de M.I.A. en 2008, temazo producido por Diplo y que samplea magistralmente Straight To Hell. En esta letra se referencia la visión occidental del Oriente, revelando la influencia de la Guerra Fría y de la Guerra de Vietnam en la banda, que empieza a aparecer en Sandinista! y que aquí regresa con fuerza, empezando con la portada (fotografiada por Pennie Smith en Bangkok).
El lado B inicia cargado de sabor con Overpowered By Funk. Al principio me costó trabajo pero ahora me encanta por consagrar esa intención new wave digna de los Talking Heads junto al invitado Futura 2000 quien sigue ampliando el repertorio vocal. En esta onda sigue Atom Tan, que alarga por unos minutos este momento feliz con su candidez y por las guitarras de Mick Jones que parecieran retomar algo de protagonismo. La atmosférica y experimental Sean Flynn empieza el descenso, como retomando las profundas vibras de Straight To Hell pero con un saxofón delicioso. Ghetto Defendant es otra belleza nostálgica, esta vez con armónica, con la triste voz (hablada) del escritor estadounidense Allen Ginsberg turnándose los versos con Joe Strummer, con percusión latina en los coros, y de nuevo, con la medida pero impecable guitarra.
La cortita Inoculated City pareciera despedirte con su infantil, casi arquetípica melodía, pero no, la despedida es con Death Is A Star, una delicada pieza basada en piano y voz, y unas cuerdas en el fondo que recuerdan lo mejor del rock inglés en diferentes épocas. Un final inesperado que en todo caso enaltece esta música hasta el punto que les excluye del punk, de nuevo, así esto resulte contradictorio o paradójico.
Si bien hay otra entrega en 1985, Combat Rock fue el final discográfico de la alineación original de The Clash, para algunos prematuro, para otros flojo, pero para mí un disco que me ha hecho muy feliz tanto en la pista de baile como en las profundidades de las escuchas a ojo cerrado. Soy un convencido de que aquí su magia persistía y por eso lo considero una gran despedida y de lo mejor de 1982. Feliz aniversario!