Crack the Skye • Décimo Aniversario

Por: Dick Johnson

Crack the Skye es el tercero de los álbumes conceptuales de Mastodon, compuestos y organizados como una historia transversal a las canciones. Si bien esta tercera historia fue motivada de manera independiente, evidencia que en las tres permanece la lucha de un individuo contra obstáculos externos e internos: Leviathan es la historia del capitán Ahab en su búsqueda de venganza contra Moby Dick, en un álbum dirigido y fluido como el agua, mientras que Blood Mountain es un tributo al elemento tierra, en el cual un escalador se pierde de su camino, alucina y cae en desesperación y paranoia, las cuales debe vencer.

En esta oportunidad, se trata de una persona parapléjica, que a través de un viaje astral quema el cordón de plata que lo une a su cuerpo y en la deriva del espacio, viaja a través de un agujero de gusano a la dimensión de los espíritus, en donde le anuncian que no ha muerto y que pueden ayudarle a regresar. Para hacerlo, debe entrar al cuerpo de Rasputin de la Rusia Zarista, quien termina asesinado, teniendo ambas almas que buscar juntas el camino de regreso para que el personaje pueda seguir con su vida. Y en el camino, habrán obstáculos…

Si bien cuenta con el respectivo héroe, Crack es un tributo al elemento etérico, un álbum de múltiples planos en la medida que no solo la organización instrumental es de otro mundo, sino que la experiencia musical en todos sus cortes muestra un nivel de integración y de sincronización digno de una megasociedad musical.

 Brent HindsBill KelliherBrann Dailor y Troy Sanders en 2009. Imagen tomada de aquí.

He encontrado en redes que críticos de peso definen que la música de Mastodon tiene colores, capacidad e interés de generar una experiencia sonora trascendente, como solo amantes y oyentes de bandas como Tool o Pink Floyd podrían comprender. Crack the Skye se vuelve una experiencia personal, logrando convertirse en un aroma o en un recordatorio de lugares y momentos de la vida. Por cierto, el título tiene un importante referente catártico del proceso del baterista Brann Dailor ante el suicidio de su hermana menor.

Por cierto, la banda ha citado los álbumes conceptuales In The Court Of the Crimson King (1969) y Animals (1977) como influencia puntual durante la producción de este trabajo, labor que adelantaron junto al experimentado Brendan O'Brien y junto a quien triunfan en el propósito de registrar estas composiciones que alcanzan nivel orquestal, pero sin ofrecer nada que estuviera fuera del alcance del ensamble en concierto de Mastodon, como puede comprobarse al comparar el trabajo en estudio con los videos de sus versiones en vivo.

Oblivion y Divinations son una excelente introducción al álbum y a la banda. Son canciones atemporales, resistiendo un poco el tono progresivo de algunas de sus largas composiciones, además de revelar los avances de la voz del bajista Troy Sanders y la mayor participación vocal de Dailor, lo que los llevó a caracterizarse por la mezcla y juego continuo de tres voces, cuando inicialmente no tenían una voz reconocible.

Para quienes no lo conocen, Brann Dailor (como Duplantier en Gojira, o Carey en Tool), es un baterista que puede superar la función de marcar los compases para convertirse en una guitarra rítmica adicional. El solo de Divinations y la interacción con Bill Kelliher (guitarra) es impecable hacia la llegada de Quintessence. Acá, cualquier metalero vieja guardia que dudaba sobre Mastodon, puede resolver por completo sus sentimientos encontrados, porque el disco no sólo viaja desde el thrash y el sludge en esta tercera canción, sino que cuando llega el Czar uno ya entiende que está viviendo una obra maestra, una composición exigente, demandante y de la cual, precisamente sus creadores acaban de reflexionar en un breve documental. Allí cuentan sobre su intensidad, sobre la necesidad de la que habla Sanders: la presencia más mística de la banda, de intentar construir una disco etérico y que fuera en sí una brecha en el cielo, un portal.

Por su parte, Brent Hinds es un digno hijo de Jimmy Page, con grandes momentos de ataque a-lo-Kirk Hammett y de profundidad a-lo-David Gilmour. No exagero, vale la pena revisar el EP Cold Dark Place de 2017 (cuatro composiciones de su autoría), para entender porque Hinds tiene talento y niveles de creación que solo muy pocos guitarristas y compositores logran consolidar en toda una carrera. Ojo y oído a esta lección de cómo aprovechar dos guitarras:

Ghost of Karelia y Crack The Skye son el camino tortuoso y denso que revelan los matices de la obra y del artista, los más densos y complejos de toda la discografía (probablemente), aún más que los de Remission y Call of the Mastodon, capítulos de iniciación en Mastodon y favoritos de la escena metalera radical (Entiéndase como metaleros que soportan baladas de Skid Row y Poison, pero que no aceptan al Load como disco de hard rock, ni a Mastodon post-Crack the Skye). Sin embargo, vale la pena escuchar la seriedad con la que Scott Kelly (Neurosis) explica su proceso de grabación de la temazo que da nombre al álbum y que de manera magistral abre paso al épico cierre, The Last Baron.

Esa canción es el camino de despedida, el proceso de avance y trascendencia de que quienes se permitan vivir y sentir el disco. Mastodon concluye como pocas bandas lo hacen: Hearts Alive, Jaguar God, The Sparrow, Siberian Divide, son pruebas de la relevancia que ellos le dan a todos los momentos de la experiencia sonora. Por esas múltiples sensaciones y experiencias que el disco revela, se permite trascender la misma idea de “disco conceptual” y ubicar a Mastodon dentro de los titanes del metal del siglo XXI. No gigantes, ni grandes, sino TITANES.

Hoy en día, no es el trabajo que más escucho de Mastodon, pero fue la puerta para poder disfrutar tanto la demencia y el valor para el metal que tiene el Blood Mountain, las experiencias hard-rock-stoner que son Once More Around the Sun y The Hunter, y sobre todo, la puerta para los últimos discos (LP y EP), Emperor of Sand y Cold Dark Place. En sí, ellos me han abierto la puerta a una escena que no deja de sorprenderme y que me ha entrenado para recibirla. Gracias al Crack the Skye he encontrado, adentro y afuera de Mastodon, la grandeza de las múltiples formas del rock progresivo y multigénero, con figuras como Devin Townsend, Gojira, ISIS, Kylesa, Baroness, Animals As Leaders o el mismo Dream Theater, abuelo presente y responsable de toda esta gran cantidad de artistas desarrollando discos increíbles. Más info sobre Crack the Skye, aquí.

Le mencionaba a rickiwarrior, al invitarme a hacer esta reseña colaborativa del décimo aniversario de Crack the Skye, que difícilmente pueden condensarse en un artículo, y apenas una década después, las múltiples sensaciones e interpretaciones que puede generar Crack the Skye, así como su relevancia para la historia de la música y el papel del metal progresivo en su capacidad de construir arte vivo y tridimensional a partir del sonido. Todo, en esa psicodelia groovegrudgethrashera y con agallas que se llama Mastodon y sus composiciones complejas alrededor de historias que atraviesan toda la experiencia musical. Descubrir y sumergirse en Mastodon, es una de las mejores experiencias posibles para quienes buscan un sonido y una composición que aspira a la trascendencia, una y otra vez, con la capacidad de re-imaginarse, desde las propias experiencias de vida y la búsqueda catártica por seguir adelante.

Feliz aniversario!

¡Bonus!: