Mothers Milk • Trigésimo Aniversario

Esto es una transición evidente entre el funk puro que manejaron en Freaky Styley y la adopción del ataque y la robustez metalera con la que dominarían el mundo a través del Blood Sugar Sex Magik. Mi sensación es que mientras los estilos predominantes en esos dos álbumes estuvieron a cargo de los expertos George Clinton y Rick Rubin, respectivamente, el Mothers Milk, a cargo del (en todo caso) respetable en la industria Michael Beinhorn, queda atrapado en la mitad, con un sonido agudo y liviano para una propuesta que quiere ser más agresiva. Eso puede explicar la poca conexión que hasta ahora he tenido con este trabajo.

Pero bueno, no es solo cuestión de producción. Como era una banda joven cuya alineación sufría cambios muy sensibles, también siento que les faltaba refinarse como compositores, por eso Mothers Milk es algo confuso, con momentos comerciales como Knock Me Down y Taste the Pain, pero también jams ligeramente fuera de control como Magic Johnson o Punk Rock Classic. No me mal entiendan, la cohesión de la banda es increíble pero les faltaban los años de experiencia que les permitieron llegar a hacer un disco melódico, tranquilo y hermoso como By The Way (2002).

Los recién llegados John Frusciante (quien además llega con versiones de temas de Hendrix -su ídolo- bajo el brazo) y Chad Smith, son unos músicos extraordinarios cuyo aporte consistió en potenciar el estilo que los Peppers estaban exponiendo hasta el momento. Con ellos llega gran parte de la fuerza que los convertiría en dioses del funk metal poco después. Pero no solo fue a causa de la destreza instrumental que los caracteriza a todos sino también lo bien que se llevaban, pues esta banda siempre fue la mejor forma de expresión para cada uno de ellos -siendo Frusciante un solista magnífico-. Entonces, además del respetable ensamble a lo largo del disco, hay un par de episodios instrumentales geniales que dejan sentir esa energía. Entre ellas destaco Pretty Little Ditty (de donde sale un sample famosísimo) y la épica Song That Made Us What We Are Today. Buenos momentos, así como Stone Cold Bush y si, la versión de Higher Ground.

Sin lugar a dudas no es su mejor entrega, pero en todo caso un gran documento transicional para una banda gigante llena de talento todavía crudo, que anuncia la llegada de una de las mejores piezas de la música en los años noventa.

Feliz aniversario!