Paso a rendir el respectivo homenaje al sexto y último capítulo de una de mis discografías favoritas de la era hippie: L.A. Woman de The Doors. La cualidad por la cual destacaría este álbum sobre los cinco anteriores es que se trata del más rockero, lo cual sustento en dos ideas sencillas: primero, la producción. Seguro que pasar de Paul Rothchild -quien les produjo todo lo anterior- a Bruce Botnick tuvo algo que ver, pero lo que me indica mi instinto es que con la década que allí iniciaba, también iniciaba un sonido más robusto. Para 1971 ya se habían grabado los inicios discográficos de Hendrix, Zeppelin, Sabbath, entre otros gigantes del rock duro, lo que tiene una incidencia en esta entrega y la habría tenido si hubiesen grabado más álbumes. Segundo, el bajo. Como recordarán, nunca hubo un bajista en la alineación de The Doors pero siempre hubo bajo y esta es la oportunidad en que están más cerca de hacer ese rol protagónico. A cargo de don Jerry Scheff, aquí ese elemento está más presente, fortaleciendo la contundencia rock del disco.
Hablando de bajo va una coincidencia que descubrí esta semana: The Black Keys acaban de anunciar el lanzamiento de un décimo álbum de covers de hill country blues titulado Delta Kream, y el primer sencillo es nada más ni nada menos que Crawling King Snake, un clásico folclórico surgido en algún lugar del Missisippi alrededor de los años 20, popularizado años después por don John Lee Hooker, tema que también interpretaron los Doors y que incluyeron como octavo corte del L.A. Woman. Claro, la gran coincidencia es el blues que se sigue interpretando cincuenta o cien años después, pero recordé que The Black Keys también tiene la maña de no aceptar un bajista en su alineación a pesar de usarlo todo el tiempo.
Por cierto, esta semana me gustó muchísimo The WASP (Texas Radio and the Big Beat), canción con beat rumbero y particular que se sale un poco del estándar que manejaban los Doors. Ahora, intento evadir menciones a los tres éxitos principales para no caer en lugares comunes (Love Her Madly, Riders On The Storm y L.A. Woman), pero el que le da nombre al álbum es difícil de omitir pues es el concepto. El leitmotiv de Morrison de las little girls suena un poco pasado de moda hoy en día, pero nadie puede quitarle lo buen liricista que era y ésta es tan literaria como todos sus éxitos, relatando muchas características de lo que era esa California de la época -esa que Tarantino puso en escena recientemente en Once Upon A Time In Holywood y que ahora acapara mi imaginación-. Pero bueno, gran tema. Casi ocho minutos de viaje con un intermedio muy fino que muestra la habilidad musical de la banda y el carisma de su frontman, también conocido como Mr. Mojo Risin.
Hechas estas breves notas, concluyo señalando que si bien soy fanático desde hace mucho tiempo, nuevas coincidencias con la actualidad siguen dándole nuevo sentido a esta obra ratificándola como clásico.
Feliz aniversario!