El debut System Of A Down es la mejor entrega de uno de los actos de metal alternativo más interesantes y exitosos. Además de las cifras, los logros de la banda son importantes, como su reconocimiento masivo y haberse ganado el respeto de quienes fueron escépticos al comienzo. Esto, gracias a su sonido que es fácil de distinguir y a su mensaje crítico con el que es fácil conectar. Ahora, siento que en este primer intento esa valiosa propuesta viene todavía desde el underground, reventando oídos como nunca, completamente a la expectativa y libre de todos los rollos que trae la fama. Un discazo perfectamente producido y favorito personal.
Además, en 1998 el nuevo metal estaba empezando a 'pelar el cobre', quedándose sin oxígeno rápido mientras la industria explotaba con angurria cada idea que surgía con algún potencial. De repente, sin que nadie esperara algo así, apareció en la escena californiana un cuarteto de ascendencia armenia a sonar en toda la radio de occidente sin importar cuan pesados fueran.
SOAD se dieron a conocer revelando su herencia cultural que por rasgos físicos y apellidos se hacía explícita de entrada. Armenia es un país del Medio Oriente del cual han emigrado miles de personas como consecuencia del complejo escenario socio-político, siendo Rusia y Estados Unidos los países con mayor población armenia en la actualidad. En este caso, asocio esa herencia con una especie de sazón gitana que al fusionarse con metal dio un resultado musical buenísimo. Claro, el contenido lírico que también responde a esa historia, funciona igualmente bien.
System Of A Down (el disco) va directo al punto con canciones cortas y explosivas fundadas en riffs graves y poderosos tal como la voz principal de Serj Tankian que es todo un acontecimiento. El veneno viene con el toque de folclor extranjero que se manifiesta principalmente en el ritmo, que a veces se sale de lo obvio y que cuando es usual (a veces hardcorero), le dan su personalidad a punta de hábiles cambios en velocidad e intensidad. (Oído a la leve variación en las estrofas de Soil, al ritmo ternario en la circence Peephole, al ritmo del reguetón las estrofas de Know o al enloquecedor ritmo de DDevil).
Claro, que el ritmo se destaque de esta forma implica también groove y en esto los responsables son el bajista Shavo Odadjian y al gorilón John Dolmayan. En otros aspectos hay que resaltar los juegos de voces que hacen, alternando entre esporádicos gritos guturales y la juguetona y aguda voz del guitarrista Daron Malakian quien por cierto se manda unos punteos muy finos, más por interpretación que por virtuosismo, y también algunos arpegios como en Spiders.
Su precisa ejecución y agresividad lo hacen conciso y contundente en su integridad, pero si tuviera que destacar algunas, aparte de Suite-Pee o la famosa Sugar, recomendaría mucho la demoledora Know (muy fuerte en batería) y mi tripleta favorita Soil - War? - Mind en el corazón del disco. Así como los imaginó Rick Rubin en su momento tras descubrirlos en vivo y ofrecerles producir y lanzar su debut, es como los sigo imaginando yo hoy, uno de los mejores experimentos hechos con el metal.
Feliz aniversario!