Recién conocí a Moby (con este disco), me llamó la atención cómo se hizo espacio tan fácil en el ruidoso panorama de cierre del Siglo XX con esa música (y esa pinta) tan benigna y pura. Pero claro, es que independiente del single o hit a través del cual se aborde Play, no hay pierde porque la sensación inmediata es la de estar escuchando una recopilación de éxitos de un artista con décadas de experiencia y éxito en la escena.
Nunca lo compré, pero como igual hasta esta época de streaming media era común encontrarlo en cualquier dispositivo de almacenamiento y reproducción de archivos de audio digitales, siempre salí bien librado con Play, sobre todo en paseos con audiencias renuentes a cosas raras, pues la amplia difusión mediática que tuvo en su momento sale a relucir de maravilla (es difícil encontrar alguien de esta generación bogotana que no le resulte familiar).
Y analizando su contenido de nuevo encuentro que se trata de otro de los músicos que anunció la forma de hacer las cosas en el milenio que llegaba: Colaborativo, electrónico e independiente. Recuerdo que por un lado, compartía con Fatboy Slim (y otros héroes del Big Beat) esa credencial de Djs que lograban gran visibilidad con sus álbumes, pero además su versatilidad con otros instrumentos le facilitaba mantener el formato de banda rock de los años noventa. Entonces, por relevancia también se me ocurre compararlo con Manu Chao, pero Moby jugó desde ambos mundos y eso lo hace muy fuerte.
No se cual canción me gusta más, pero siempre me ha atrapado en su integridad. Samples (y voces) increíbles, como evoca diferentes emociones y atmósferas, sus continuos toques de soul/gospel, hip-hop, teclados, guitarras, baterías... Moby realmente la saca del estadio con Play pues desde su habitación y prácticamente sin ayuda en la producción, creó esta obra de música electrónica con un alcance pop inconmensurable.
Feliz aniversario!