He señalado muchas veces en este espacio las impresionantes credenciales de Queens Of The Stone Age. Esto no es una novedad tratándose de un proyecto vigente por más de dos décadas, pero recapitulemos: es la principal empresa de uno de los mejores compositores y empresarios de la historia reciente del rock, Josh Homme, uno de los pocos ejemplos de evolución en la música popular, quien ha logrado mantener un pie en el mainstream actual, personificando la rudeza hardcore clásica del Siglo XX (pienso en el meme del perro...). La aplicación práctica de todas estas ideas en mi vida, se resume en que QOTSA me ayudó a superar la dramática destronada del rock en el nuevo milenio, duelo que me tomó entre diez y quince años, periodo en el que estuve obsesionado con ellos y en el que asistí cinco veces a su show en vivo. Aunque esta etapa ya fue superada, siempre serán mis ídolos y una excelente excusa para celebrar ese culto, es su segundo álbum, Rated R.
Una de sus grandes fortalezas y en general, de esa etapa de QOTSA que allí empezó, es la construcción colectiva de música. En el debut (1998), que adoro, Homme entierra por primera vez a Kyuss, probando que lo suyo es proponer repertorios con su propio estilo (lo que poco a poco terminó pasando con QOTSA), pero en Rated R deja ese poder en remojo, invitando a toda una nómina de músicos a participar. Claro, al principio pensamos que se trataba de una banda, pero en realidad era un proyecto donde el único puesto fijo era el del líder. Esto tiene mucho que ver con The Dessert Sessions, ese otro proyecto de Homme, aún más antiguo y underground, en el que se han concebido decenas de canciones en las que la alineación de intérpretes nunca se repite. Esa tradición colaborativa se convertiría en una institución que valorizaría al rock después del 2000, siendo Rated R uno de sus mejores documentos. (Ver más sobre este tema en Mer de Noms · Vigésimo Aniversario).
Revisar los créditos en este trabajo da para un artículo aparte, así que solo me referiré a mis preferidas, empezando con la obligatoria: Nick Oliveri, uno de los pocos personajes que llegó a tener un puesto fijo como bajista y como segundo compositor principal en QOTSA. Oliveri añadió el exquisito elemento extremo a la fórmula, particularmente con su voz, que se mueve entre el death metal y el hardcore (escuchar las demoledoras Quick and to the Pointless y Tension Head), pero también alcanzando el más profundo blues en Auto Pilot, en donde se turna con los emocionales leads de guitarra de Homme, logrando el primer tesoro escondido del disco.
El segundo gran aporte es el de Mark Lanegan, su inconfundible voz grave (a-lo-Tom Waits) y el toque psicodélico de su banda principal Screaming Trees (héroes de la época dorada del grunge). Con él conciben In The Fade, el segundo tesoro escondido, con su divertida línea de bajo, los ecos de la pasmada guitarra, y la atormentada atmósfera vocal en un momento discográfico histórico:
Ain't gonna worry
Just live till you die, want to drown
With nowhere to fall into the arms of someone
There's nothing to save I know
You live till you die
Por cierto, tener tres voces principales de esta calidad lo ubica a uno, nada más ni nada menos, que junto a The Beatles, un lujo musical que muy pocos pueden ofrecer. Hechas estas anotaciones, el resto de la grandeza de Rated R viene por la mera capacidad de Homme, que de entrada anota el himno Feel Good Hit Of The Summer, basado en un patrón rítmico genial que en menos de tres minutos, hace una oda a las drogas más completa de lo que pudieron haberla hecho toda la psicodelia, el punk y el stoner juntos. (Las sustancias hacen parte integral del concepto) Hacia el final, el tema alcanza un nivel heavy con ese piano eléctrico reforzando, tremendo. Gran producción.
En seguida, anota The Lost Art Of Keeping A Secret, con la que comparte las grandes ligas de la composición, logrando empaquetar música pesada con las melodías más finas para la radio, tal como los gigantes de los 90, Nirvana, Guns N' Roses o Metallica. Es tan sutil que toca detenerse a analizar el nivel de todo lo que acontece en términos instrumentales (teclados y ese bendito vibráfono minimalista en el coro), y en términos armónicos, por que cuando la canción sale de los versos, hacia los puentes y los coros, hay todo un bloque de información sónica que pareciera básica porque entra fácil, pero es todo menos eso. Los versos por cierto, revelan un de los puntos comunes de Rated R: esos riffs de bajo juguetones (como en In The Fade), que son esenciales aquí, marcando el groove de al menos la mitad del álbum.
Escuchen ese bajo también en Better Living Through Chemistry, terreno más experimental donde alivian la densidad repartiendo por casi seis minutos, todas esas voces e instrumentos de fondo, haciéndose más fácil la tarea de identificarlos. Me encanta la frase "There's no one here, and people everywhere", que usa Björk en Crying 🙂 Esa energía experimental regresa hacia el final con la acústica instrumental, Lightning Song, medio tribal, que anuncia el épico cierre de I Think I Lost My Headache, otro momento mágico del disco para el que cito a Wikipedia: notable por su inconvencional intro y outro en métrica 15/8, y varios minutos finales con cobres haciendo el ritmo y un solo estridente espectacular.
No me referí a todo, por supuesto, pero toda esta variedad esta curada en función de una idea clara que se siente a lo largo de la experiencia, dejando la certeza de la cohesión, de la solidez y de la contundencia en un álbum, que como les conté, me facilitó la dosis que lo que necesitaba mientras me acostumbraba al panorama musical en el que estamos desde entonces. Veinte años después, algunos aseveran que se trata de su mejor entrega, título que tal vez solo pueda ser disputado por Songs For The Deaf, que fue concebido bajo la misma dinámica. Entonces, sin lugar dudas estamos frente a una obra maestra, frente a un clásico.
Feliz aniversario!