Los primeros cuatro álbumes de Talking Heads son una racha discográfica impresionante, un logro musical que puede equipararse a las rachas de gigantes como Ramones (sus primeros 4), Black Sabbath (sus primeros 6), entre otros ejemplos que se cuentan con los dedos de las manos. Despachado este reconocimiento inicial a esta maravillosa banda, hay que añadir un par de cosas más: primero, que su mejor álbum es Remain In Light y segundo, que lo lograron en 1980 cuando los grandes estilos de donde se derivó todo ya estaban establecidos (el heavy, el punk, la electrónica...), es decir que además de los impecables álbumes, hay un valor agregado en términos de novedad porque los Heads estaban proponiendo algo que escapaba a los moldes usuales.
Aunque surgieron en la podrida Nueva York de los 70, una de las cunas del punk, estos cuatro siempre estaban un paso adelante en términos de musicalidad y propuesta. Mucho se ha dicho de esa exploración de ritmos africanos y folclóricos que mezclados con new wave, conformaron una receta ganadora e inolvidable. Ahora, a partir del segundo álbum empiezan su colaboración con Brian Eno como productor, quien dedicó su vida a experimentar con ambient y electrónica, y cuyo aporte al impacto de esta historia es definitiva, particularmente en Remain In Light, donde la experiencia que había acumulado en sus primeros años de actividad permitió alcanzar este pico y lograr ser considerado un quinto integrante de Talking Heads (no se si la crítica lo haga, yo si lo considero un quinto integrante pues miren que la racha terminó justo cuando dejaron de colaborar).
Me encanta la demencia de la banda. La letra de Once In a Lifetime es especial
Este disco puede escucharse de diferentes formas pues su contenido sonoro es tan rico como para enfocarse en varios elementos por separado. Por ejemplo, uno puede escucharlo pensando en las bases sonoras que se repiten (loops), en las atmósferas, en las capas, o en lo que me tiene más entretenido últimamente: las guitarras. Entre varios invitados que llegaron a aportar, se encuentra el multi-instrumentalista experimental Adrian Belew, quien venía de colaborar con Bowie y quien saldría a colaborar con King Crimson, para hacernos una idea del nivel que lograba este tipo con sus guitarras. Entonces, ese es uno de varios detalles por los que esta es una obra de otro planeta. En The Needle Drop hay una reseña reciente para reflexionar sobre esta música.
En 1980 estaba surgiendo el hardcore, la nueva ola de heavy metal inglés, el new wave, y se lanzó Back In Black, uno de los álbumes mejores vendidos de la historia (por cierto, grabado en el mismo estudio que éste...), pero a la fecha, siento que mi momento discográfico favorito de ese año es el Remain In Light de Talking Heads, si acaso disputado por el Scary Monsters (and Super Creeps) de Bowie.
Feliz aniversario!
Ojo y oído a esta orquesta multirracial y con Adrian Belew a bordo...