Against the Grain · Trigésimo Aniversario

Alguna vez estaba escuchando una conversación en inglés nativo (andaba por los Estados Unidos) y alguien exclamó "Against the Grain". En ese instante me di cuenta que el título de este álbum era la versión inglesa de la expresión "contra la corriente". Claro, no esperaba menos de un ícono del punk, aun cuando en los años 90 -cuando llegué a esta historia-, Bad Religion había impulsado y participado en la explosión alternativa que puso a muchos en esa escena de California a vender millones de discos, incluyendo los propios en su paso por Atlantic Records. Pero si bien es algo que se comenta y que en alguna época se les criticó, este proyecto siempre podrá denominarse contra la corriente pues el invaluable esfuerzo que han hecho para hacer pensar a su audiencia, es para hacerlo críticamente, no como la mayoría. Como se anota en el temazo que da nombre al álbum (por Greg Graffin):

...There's an oriented public who's magnetic force does pull
But away from the potential of the individual
Against the grain
That's where I'll stay
Swimming upstream
I maintain against the grain...

Podría decir, críticamente, que en esa discografía no hay evolución musical, que todos sus álbumes y canciones tienen la misma estructura, y que con discos de 30 minutos de duración, componer y producir es un trabajo fácil en comparación con otros. Sin embargo, Bad Religion es un deleite musical con suficientes detalles y valores agregados para desestimar el mencionado argumento.

El nivel de composición y producción que empezaron a manejar desde No Control (1989) es tremendo. Aparte de sus característicos coros armónicos que se fueron volviendo cada vez más sólidos, en la mayoría de la historia de Bad Religion, el sonido ha sido la colaboración creativa entre el cantante Greg Graffin y el guitarrista líder Brett Gurewitz, en una especie de dinámica Lennon & McCartney donde el aporte es 50/50. Esto es un valor agregado pues el impacto no sería el mismo si no hubiesen dos creadores claros. Ahora, como soy muy sensible a los punteos de guitarra, no solo en el rock en general sino en el hardcore -pues es un elemento de la primera ola del punk (años 60 y 70) que agrega mucho valor entre tantos exponentes del estilo-, soy muy fan de Mr. Brett. Sin embargo, los punteos están en las creaciones de ambos, por ejemplo, en Modern Man (Graffin), Flat Earth Society (Mr. Brett), Faith Alone (Graffin) y Walk Away (Mr. Brett). Recordemos que esto es musical compañeres... melodic hardcore.

Con este disco también llega, nada más ni nada menos que 21st Century Digital Boy (Mr. Brett), uno de los primeros punk rocks en este catálogo marcado por el veloz tempo del hardcore. Mientras el sarcasmo de la profética letra brilla, el pegajosos ritmo, punteo y coro, lo convirtieron en uno de sus himnos. En todo caso, mi canción favorita del álbum es God Song y lo es por la letra y música que creó Graffin, más el glorioso punteo de Mr Brett. Es decir, ante semejante repertorio de hits antes relacionado, reitero que esta música se trata de un valioso balance de dos compositores, un lujo que no es común. Para rematar, como otro valor agregado tenemos: un par de canciones compuestas por el bajista Jay Bentley, siendo The Positive Aspect of Negative Thinking la que se destaca por la repentina aceleración en el ritmo que sorprende en los últimos segundos de la canción.

Puede que no sea evidente pero ahí están las razones de la calidad de este material. Recuerdo cuando logré copiar este gran álbum en cassette y consumir una y otra vez esas piezas de la gloriosa época bajo el propio sello Epitaph, cuando todavía actuaban desde el underground ochentero, pero dejaban ver con claridad porqué llegaron a ser tan grandes en esa escena e industria. Claro, tenían unas letras que provocaban el uso de la razón sobre un sonido agresivo pero musical e impecable. Treinta años después, su valor se mantiene intacto, excelente ejemplo de un producto contra la corriente.

Feliz aniversario!