Gish · Trigésimo Aniversario

Ya somnoliento, me topé anoche con unos titulares (NME, SPIN, Loudwire) que me sugerían que Billy Corgan había dicho haber influenciado el grunge con el Gish, y pensé en completar este artículo refutando aquella idea, aprovechando mi reseña de 2020 sobre el Apple de Mother Love Bone en la que planteé que el grunge es ochentero. Ahora, esta mañana entré a revisar éstos titulares y encontré que replican una entrevista que dio Corgan recientemente a Rolling Stone con ocasión de éste trigésimo aniversario, en la que en realidad cuenta que a finales de 1991 Eddie Vedder le dijo lo mucho que Gish había influenciado al Ten de Pearl Jam. Posteriormente, la entrevista recuerda que una parte de la experiencia que Butch Vig aplicó para producir el Nevermind de Nirvana, la había ganado junto a Corgan produciendo el Gish.

Aunque al andar Corgan recalcando su propia influencia en los demás deja un sabor de prepotencia, sin duda el Gish es un álbum sobresaliente tanto por su estilo como por su producción, lo cual se demostró en las ventas y en los reconocimientos de la crítica. Pero además de la idea planteada en el primer párrafo de este artículo, vale desmarcar a los Pumpkins del grunge por más razones, como la influencia del rock psicodélico clásico en su sonido y también, por que no eran de la rosca de Seattle. De lo poco propio que anota Far Out Magazine al respecto (tras plagiar Wikipedia en todo su artículo) es: "If anything, in sound, it is closer to the neo-psychedelia of Jane’s Addiction’s Ritual de lo Habitual – which was released a year earlier in 1990 – than the grunge movement of which the band are often associated."

Retrato de los Pumpkins posando en estudio, en Chicago, el 10 de mayo de 1991. Desde la izquierda: D'Arcy Wretzky, Billy Corgan, James Iha, and Jimmy Chamberlin. (Foto por Paul Natkin/Getty Images) ¿Por qué parecen vestidos como The Jimi Hendrix Experience o Pink Floyd en sus inicios? Parecieran estar haciendo énfasis en la influencia psicodélica sesentera.

De los mejores datos de la citada entrevista para Rolling Stone son las menciones a The Lemon Pipers y a The Lovin' Spoonful, pues ahora mientras termino de darle forma a éstos párrafos escucho esos clásicos de los años sesenta y puedo notar la alegada influencia psicodélica, que tal vez me resultó opacada por años bajo el poderoso sonido de la distorsión, otro de los grandes activos de los Pumpkins (el despliegue de guitarra eléctrica en Bury Me es espectacular). A propósito, yo también habría escogido Siva como primer sencillo pues combina ambos elementos. Por un lado, tiene ese riff principal que evoca todo el sonido alternativo noventero a la perfección, pero por otro, los dos momentos donde la canción pareciera apagarse, dejan notar otros efectos de guitarra y el pulso de bajo y batería que precisamente, vienen en otra onda que suena fresca, original. Ese pulso regresa hacia el final como un leitmotiv en Window Paine, el segundo tema más extenso del álbum y por ende, uno de los platos fuertes.

El primer plato fuerte es Rhinoceros, con tres minutos suaves, más tres de voltaje y medio minuto de un episodio noise muy interesante, completando seis minutos y medio en una dinámica que se sale de la usual estrofa/coro. En Crush silencian la batería y llega la primera guitarra acústica y así, regresa la suavidad donde Corgan se mueve de maravilla. Luego está Suffer, una curiosidad llena de detalles (la batería por ejemplo) que supongo llevaron a Tricky a homenajearla con un sample en su canción Pumpkin, incluida en su excelente Maxinquaye de 1995. Snail demuestra la base de lo que sería el Siamese Dream y Tristessa el clásico jam de esta banda. Daydreaming cierra dejando escuchar la voz de D'Arcy a-lo-My-Bloody-Valentine, reforzando la idea de banda.

Aquí y por algunos años más, The Smashing Pumpkins fueron tremendamente chéveres, en gran parte porque se sentía que eran más que un proyecto de Billy Corgan, y este aniversario es una excelente excusa para recordarlo. Por supuesto, nada de esto habría pasado sin Jimmy Chamberlin, quien en los segundos iniciales de I Am One sale con ese arquetípico riff de batería, y quien minuto a minuto a minuto va confirmando que una banda de rock es tan buena como su baterista (o al menos así fue en el siglo XX). Solo la batería en Gish es digna de aplausos, lo que nos recuerda también aquel triste momento cuando Jimmy salió y nunca pudieron volver a recuperar esta magia inicial. Sin embargo, la fuerza de este debut y del álbum siguiente fue tal, que será celebrada por décadas independientemente de lo que suceda. Salud por este espectacular disco que es mucho más que grunge.

Feliz aniversario!