Metallica (1991) · La ralentización del metal

Este álbum me recuerda lo colosal que era Metallica en los años 90. Aunque algo ajeno, pues llegué a ser fanático en el nuevo milenio, recuerdo estar completamente influenciado por el fenómeno que ocasionó este ítem en la cultura popular. Pero desde que empecé a consumir esta marca con juicio me encanta pensar al respecto, tanto porque me trae buenos recuerdos, como por el potencial del tema.

Por supuesto que el potencial del tema surge de la popularidad de la obra ahora reseñada, la cual se demuestra, entre otras formas, a través del álbum colaborativo The Metallica Blacklist, que para bien o mal es uno de los eventos discográficos de este 2021. Más allá de lo comercial, la concurrencia de generaciones, estilos y nacionalidades en ese homenaje indican la amplitud, la relevancia y la vigencia del disco, por lo que procede preguntarse cómo se originó el fenómeno. Uno de mis argumentos recurrentes es la habilidad de composición de James Hetfield, una constante en todas y cada una de las entregas en esa discografía, pero el otro punto en que me he detenido para tratar de explicarlo, es como ralentizaron el metal en este quinto intento en el estudio.

El metal se caracteriza por su velocidad e intensidad, es decir, por ser un estilo extremo que por principio, sus creadores nunca dejarán de (intentar) acelerar e intensificar. Y en esta carrera hacia lo extemo es donde se sacrifica la capacidad de encantar a las masas con el groove que nos pone a bailar o a agitar la cabeza. Seguro que existen ejemplos de propuestas extremas y populares para poner en duda este planteamiento, pero recordemos que Metallica es el disco de metal más vendido de la historia, es decir que nos referimos al menos, a uno de los más populares sino el más popular. Discos veloces e intensos como los sus cuatro primeros hicieron gigante a esta banda, pero éste los llevó a otro nivel. No hay juicio de valor aquí, por cierto, solo una anotación sobre lo que puede llegar gustarle a muchísima gente. A propósito, hace unos días vi al músico Adam Neely hablando en su canal de YouTube sobre el tempo en la música popular y su conclusión concuerda con mi idea: el tempo ideal para contagiar está en el punto medio entre lo lento y lo veloz (aproximadamente de 100 beats per minute bpm):

Basta pensar en la música de los pioneros Black Sabbath dos décadas antes, así como gran parte de la New Wave Of British Heavy Metal una década antes, para aclarar que no hay un alegato de originalidad aquí, simplemente llamar la atención sobre el hecho de que un tempo más relajado que el thrash incrementará considerablemente el nivel de éxito (Iron Maiden sería una buena excepción a esta premisa). Ahora, dentro de otros antecedentes que pueden explicar este fenómeno hay dos muy ilustrativos: primero, el debut de Danzig (1998), sobre el que les compartí hace tres años insinuando que es el responsable directo de este Álbum Negro de Metallica; y un segundo que es AC/DC, quienes además de muy populares, con el Back In Black lograron el segundo álbum heavy más vendido de la historia. A propósito, atención a las estrofas de su canción Givin the Dog a Bone a ver si notan el golpe de redoblante con crash que Lars Ulrich implementó decididamente a lo largo del álbum Metallica.

Dicho sea de paso, los bajos tempos en este disco empiezan con Sad But True (86 bpm) y se sienten caer mucho más bajo en la balada Nothing Else Matters (46 bpm), cuando Master Of Puppets ronda los 200 bpm y One, que es una favorita de la radio, se encuentra por los 110 bpm. Siguiendo hacia otra premisa, haber bajado la velocidad les permitió enfocarse en otros elementos que enriquecen tanto este disco, entre los cuales destacan el trabajo vocal de Hetfield en primer lugar, y las guitarras en segundo. A su vez, esto implica que el logro de Ulrich y Newsted está en la base rítmica que si bien es básica como la de AC/DC, es más gruesa y amenazante que nunca.

Acoplarse a esta nueva forma con tan buenos resultados pone de presente el talento de los cuatro integrantes, así como el del productor canadiense Bob Rock, quien había trabajado con bandas heavy en los 80, pero bandas musicales en todo caso (Mötley Crüe, Bon Jovi, Aerosmith). Para profundizar en este universo de detalles de composición y de producción les recomiendo dos documentos claves: primero, a mi tocayo Rick Beato deconstruyendo Enter Sandman para explicar porqué es una canción grandiosa (aquí enlazado en este mismo texto), y segundo, el making of del Álbum Negro de Metallica, que es muy aburrido dada la oferta y calidad de los documentales hoy en día, pero que en todo caso permite ver con detalle lo que hicieron con la voz y las guitarras (los primeros 90 minutos son en el estudio, luego viene con el concierto en Moscú de 1991. También enlazado en este mismo texto).

Suponiendo que al menos vieron el primer video y que la suma de premisas deriva en un argumento lógico, mi objetivo estaría cumplido (esperando por supuesto, que no hayan leído esta idea en otra fuente). Así, solo me quedaría por resaltar el fuerte concepto de este álbum que habla de coraje, de liberación, de individualismo, una constante en las letras que se alimenta mutuamente con el sonido con un resultado impecable y convincente. También, recordar que tras los cinco singles con que se promocionó este material, que son como mínimo espectaculares, están los poco despreciables: Holier Than Thou, Don't Tread On Me, Through The Never, Of Wolf and Man, The God That Failed, My Friend Of Misery (mi favorita) y The Struggle Within. Ahora, por no omitir por completo los demás hits inmortales que aquí quedaron registrados, últimamente estoy dichoso con The Unforgiven, canción tan buena que dio paso a una segunda y tercera parte en la historia de Metallica. Me encantan sus seis minutos y medio, se letra, su punteo y su videoclip. Maravillosa canción.

Esta fórmula fue la regla que aplicaron en los años 90, para disgusto de algunos pero para dicha de otros quienes podemos disfrutar de lo viejo pero también soprendernos con entregas como el Load de 1996 (todo un ícono del metal alternativo). Aunque en el nuevo milenio volvieron a acelerarse, este truco de manejar el tempo permanece hasta el día de hoy, manteniendo a Metallica como la banda más popular del metal.

Feliz aniversario!