Sobre: 'La Pianiste'

Calificación8
Impecable y fuerte puesta en escena de Haneke sobre una perturbada profesora de piano que nos recuerda el lado oscuro de la sexualidad y de la academia musical, otra con la que no pretende entretenernos sino confrontarnos. Disponible en Mubi.
8

Recuerdo que hace veinte años La Pianista pasó por cartelera de cine colombiana y varias personas que fueron a verla reaccionaron mal y me disuadieron de verla. Seguro fue una buena advertencia pues aprender a disfrutar el cine que no es de entretenimiento, como la filmografía del director austriaco Michael Haneke, toma sus años y seguro en ese momento me habría frustrado. Pero viéndola disponible en Mubi hace unas semanas y considerando la importancia de la música en la historia, finalmente me senté a verla con excelentes resultados.

Celebrada por el detalle para retratar una personalidad oscura y perturbada como la de la pianista Erika Kohut, interpretada de forma impecable por la actriz francesa, Isabelle Huppert, me encanta que sea en contraste con algo tan hermoso -en un sentido muy formal- como la música clásica, pues si bien la rigidez y exigencia de la academia musical permiten el desarrollo de esa ciencia y arte, puede costar la cordura y paradójicamente, la felicidad. Este universo que ha sido explorado en obras más recientes como la genial Wiplash (2014), me funciona de entrada por mi propio gusto y mi propia frustración con la academia y me deja preguntándome por la importancia de los compositores Robert Schumann y Franz Schubert para la retorcida protagonista. Supongo que en la novela del mismo nombre de 1983, de la escritora austriaca y ganadora del Premio Nobel, Elfriede Jelinek, se dan más pistas sobre esa influencia tan poderosa pero tan dual, en la psicología europea.

En todo caso, lo atractivo y repulsivo de La Pianista tiene que ver con lo sexual, pues la historia cuenta cómo nuestra tóxica Érika enfrenta el flirteo del desprevenido estudiante de piano Walter, quien no sabe en lo que se está metiendo y que es puesto por Haneke en escenas largas e incómodas para obligarnos a involucrarnos en el conflicto y enfrentar también, ese lado humano que permanece (o trata de mantenerse) escondido.

No es fácil acceder a películas de Michael Haneke y aunque tampoco es fácil verlas, siento que se debe aprovechar la oportunidad cuando se presenta para recordar que existe el cine incómodo, que no está hecho para entretener sino para confrontar. No se si algún día encuentre "mi favorita" de Haneke, pero mientras tanto, esta es de las fuertes y de las buenas, y reitera el propósito de toda su filmografía.

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