Mientras The Strokes y The White Stripes acechaban con lo que sería la nueva forma del rock, Pantera y Rage Against de Machine, quienes habían puesto en marcha gran parte del sonido noventero que inundaba todo a finales de ésa década, salían del mapa con sus últimos discos que contaron apenas con una poca de pena y de gloria. Ante esa angustia de los cambios de paradigmas que se avecinaban para el rock y la industria musical, muchos necesitábamos saber qué terminaría pasando con muchos héroes de los 90. El nuevo metal estaba agotado y el grunge tan sepultado que ya habíamos avanzado en el duelo sin darnos cuenta. Nine Inch Nails había anunciado un paso adelante con The Fragile, pero faltaban las nuevas entregas de Tool, de Radiohead, entre otras, para saber a qué atenernos. (La expectativa pre-Lateralus fue intensa también... lea más sobre el Binaural de Pearl Jam, aquí).
En ese revuelto emocional que nos invadía a quienes dejamos la adolescencia en los 90 y que hasta me da mareo recordar, surge el proyecto A Perfect Circle y su debut Mer de Noms, y no solo fue suficiente para calmar aquella tensión de cambio de milenio, sino que con los años se convirtió en una obra de gran estatus por ser exitosa en tantos aspectos. De entrada digo proyecto, porque fue uno de los nuevos paradigmas planteados. El formato banda en donde la integración es estática, ya no sería la regla general. Gracias a APC se dinamizó ese mercado profesional pues desde entonces, líderes creativos como Josh Homme o Trent Reznor tuvieron la tranquilidad de cambiar de talento humano para álbumes o giras sin remordimientos. También, exiliados de lo alternativo como Jeordie White o James Iha pudieron valorizarse y continuar encontrando proyectos donde prestar sus servicios, mientras que Troy Van Leeuwen y Paz Lenchantin, segundo guitarrista y bajista en Mer de Noms, respectivamente, encontraron un puesto fijo en empresas respetables como lo son Queens Of the Stone Age y Pixies.
Ahora, esta historia empieza con Judith, que además de ser uno de los mejores rocks compuestos en ritmo 3/4 y una valiente crítica a la religión, es uno de los últimos grandes videoclips realizados. Dirigido por David Fincher justo después de Fight Club (no se si rodado en 35 mm, o emulando ese formato), es un retrato espectacular de este extraño quinteto tocando con tanta fuerza como destreza. Por cierto, buena despedida de esa era Mtv que también concluía.
Nótese otro detalle: Maynard aparece en un videoclip después de casi diez años sin hacerlo, con lo que se desmarca del misterio de Tool y revela cosas importantes. Por una parte, que no se quedaría cruzado de brazos entre álbumes de su banda primordial pero también, que no se quedaría estancado en un mismo estilo. Al día de hoy, las entregas de Puscifer y de APC son varias y variadas, y regresando a Mer de Noms, con cada escucha se hacía más evidente ese sonido propio que si bien comparte cosas con artistas similares, la receta de APC es especial e incluso, a veces extraña.
Gran parte de ese sonido y de las composiciones son el aporte fundacional del guitarrista Billy Howerdel, quien se lleva los primeros reconocimientos. Si bien se trata de un ensamble de guitarra, bajo, batería y voz, una de las primeras sensaciones que llegan con el corte inicial, The Hollow, es la de pleno rock industrial, aunque no el noventero que también quedaba en el pasado. Ese estilo está latente todo el tiempo y se hace explícito en los ritmos de Thinking Of You (una de mis favoritas), o en Rose, en donde lo industrial es enlazado con lo acústico, logrando una de las joyas del álbum. Estoy seguro que Axl Rose soñó con momentos así para el Chinese Democracy, pero no cuenta con esa puntual habilidad en producción que si domina Howerdel.
Además de la prominencia de lo acústico, siendo 3 Libras tremendo hit (también en 3/4), las atmósferas son importantes, por lo que no es extraño que en vez de un gran riff, las guitarras están haciendo una capa de sonido. Hasta los mismos punteos tienen ese enfoque. En Magdalena, por ejemplo, hay leads de guitarra suficientes para notarlo (temazo). Ahora, Renholdër es un episodio atmosférico en su integridad. Otro elemento interesante son los tempos controlados, inclusive lentos, que le dan mucha calma al disco, así como espacio para momentos de groove y pequeñas dosis de virtuosismo, siendo las del baterista Josh Freese de las que más me satisfacen.
Para ir cerrando, vale la pena recordar el considerable éxito comercial de este debut. Conscientes o no de tanto dato curioso que escribí aquí, el valor que se le atribuye a esta obra es merecido. De hecho, soy más fan del disco que de la misma banda... Como verán, el cambio de milenio fue drástico para el fondo y para la forma del rock, y muchos álbumes de la época revelan las intenciones de los artistas por adaptarse, pero muy pocos con la contundencia de Mer de Noms, que ha mantenido ese valor incólume por dos décadas ya.
Feliz aniversario!