Seasons In The Abyss · 'Trigésimo Aniversario'

(Mi portada favorita de Slayer... por primera vez sin la marca)

Recordemos que en los años 90 el metal sufrió una mutación importante que afectó todas sus fibras. El nuevo metal abrió las puertas del mainstream a la música pesada, pero también puso a los productores y a los artistas la tentación (o necesidad) de acoplarse a aquel estilo dominante para mantenerse relevantes en la industria. Este fenómeno, que en columnas anteriores denominé alternativización del metal, tuvo diferentes resultados cuya aceptación está en disputa en algunos casos (por ejemplo, a mi gusta Metallica y Sepultura en los 90), pero creo que en el caso de Slayer hay mediano consenso de que se trató de una década de mierda, pues trajo sus álbumes peor calificados. Entonces, estos rollos de adaptación que este cuarteto enfrentaría después de 1990 confirmaron el final de los 80 como el momento definitivo de su trayectoria, materializado en su impecable trilogía que aquí cerraba y que les mereció el estatus de culto.

Ahora, evacuado el elemento cronológico, el segundo sobre el que se llama la atención es la colaboración con el productor Rick Rubin, pues esa trilogía tiene todo que ver con su aporte. Rubin fue quien compactó la cruda propuesta de la banda logrando el favorito de las masas Reign In Blood (1986), pero también fue el responsable de uno de los mejores experimentos en el metal, que fue ralentizarlo. Esto lo hizo con el segundo de la trilogía, South Of Heaven (1988), así como con el debut de Danzig ese mismo año (dos de los discos más deliciosos de la época), revelando en el caso de Slayer, la capacidad musical que usualmente yace tras el ataque y la velocidad. Luego llega este capítulo, donde pareciera que aprenden a confiar en sus capacidades como compositores, encontrando groove y algo de melodía en el proceso, aspectos que son medio extraños en ese catálogo. Por ejemplo, el groove empieza a sentirse duro en Blood Red, en Expendable Youth y en Skeletons Of Society (me encantan), episodios en los que se parecen más a Pantera a que sus colegas del thrash.

Ahora, pensando en musicalidad, creo que uno de los mejores momentos es Dead Skin Mask, una canción pausada y fundada en una sencilla melodía donde, desde el inicio Kerry King y Jeff Hanneman se turnan los leads principales con calma, sugiriendo más control en las guitarras y punteos ligeramente más pausados y por ende, de mejor calidad, algo que se siente presente durante el álbum. Por ser una canción poco saturada, también permite apreciar la poderosa voz de Tom Araya, narrativa y provocadora, activos que ensamblados junto a la máquina percutiva que es Dave Lombardo, hacen del Seasons la última gran entrega de aquella alineación original, un hito en la historia del metal. Claro, varias dosis de su asalto clásico se mantienen en cortes como Hallowed Point, Born Of Fire y por supuesto, en el primer y en el último tema, sobre los que no me voy a pronunciar, pero que se trata de los platos fuertes, como fue la costumbre durante la trilogía.

Por último, falta anotar que las letras se hacen notar con referencias más reales, demostrando algo de madurez cuando todavía eran unos jovenzuelos. En este orden de ideas, aunque South... siempre ha sido el que más ha resonado en mi cabeza, confirmo la tesis de que su mejor álbum es Seasons In The Abyss, uno de los grandes eventos de 1990 y de la transición entre aquellas décadas.

Feliz aniversario!

https://youtu.be/m7uGpqF1wGc?t=1625