Hace unas semanas vi Todo Sobre Mi Madre en MUBI y cuando investigué más al respecto, encontré que una de sus escenas iniciales es un tributo a la película de 1977, Opening Night. La semana pasada, estaba escuchando Silence Yourself de las Savages y revisando las letras descubrí que el álbum inicia con un sample de Opening Night. Así fue como llegó la hora de verla, sobre todo porque hace parte de mi videoteca. Habiendo visto antes A Woman Under the Influence (1974), ya me constaba el elevado nivel dramático que era capaz de lograr John Cassavetes dirigiendo a su esposa Gena Rowlands en el rol principal, poderosa sociedad que se confirma con creces en esta oportunidad y que satisfiso mis ganas de cine, por lo cual paso a presentar el debido respeto.
Ese cine independiente cuyo origen o impulso primordial le han atribuido muchas veces a Cassavetes, consiste en haber invertido los pocos recursos disponibles para sus producciones en actrices y actores, en quienes recae gran parte del éxito de esa filmografía. De hecho, en esta oportunidad la gran mayoría de la puesta en escena se resuelve en interiores (según leo, en el Pasadena Civic Auditorium en California) y, la historia se trata de una compañía teatral en la cual Rowlands es la actriz principal, quien brilla poniendo todo en riesgo y llevando este drama psicológico a las fronteras con el terror. Como se imaginarán, son más de dos horas con la cámara siguiendo todo lo que hace Myrtle Gordon, interpretada por Rowlands.
A propósito y para que se hagan una idea del estilo en que se ubica Opening Night, sugiero que se trata de una precursora de Birdman (2014) y de Black Swan (2010), dos películas destacadísimas de la historia reciente que fundamentan su drama en las crisis internas y profesionales de los personajes principales, en medio de los niveles más exigentes de la industria del entretenimiento. Con Birdman comparte más el universo (Broadway, por resumirlo de alguna forma), mientras con Black Swan comparte más la implacable disputa psicológica de la actriz.
Evacuado lo anterior, solo quedaría por anotar que el trabajo de arte (setentero) es fino, y el trabajo de cámara, impecable. Seguramente, podría haberse contado en menos tiempo pero no afecta el resultado final. Así, a las dos referencias indicadas en el primer párrafo de esta reseña, me permito sumar las dos indicadas en el tercer párrafo, para probar que estamos frente a cine de alta calidad artística, de otra clásica que uno debería ver antes de morir.
Recomendada.