Es la quinta obra que veo del director chileno Pablo Larraín, además del corto para Homemade de Netflix (no he visto Jackie, con la que sospecho comparte varios detalles). Si bien sigue siendo excelente en su oficio y aunque esta (también) es una historia de resistencia, me resulta extraño ver su nombre en un proyecto sobre la realeza inglesa. También me cuestiono sobre la oportunidad estrenar esto siendo tan reciente la cuarta temporada de The Crown, que tuvo más recursos para contar a Diana Spencer (más tiempo, al menos).
Hecha esta anotación, Spencer es una buena película sobre la rebeldía versus el sistema, a través del largo pulso entre Diana y su familia política, un fin de semana de navidad en 1991, entre las paredes de la casa campestre real de Sandringham (cerca a donde Diana nació). Básicamente, dos cosas justifican esta nueva puesta en escena sobre el tema: primera, el drama psicológico que se convierte en pesadilla, y segunda, que introducen la historia de la reina consorte Ana Bolena (1533-1536) para redimir un poco el padecimiento de algunas mujeres de la realeza, sugiriendo además que Diana Spencer tiene un poco de mártir, lo que no es difícil de aceptar.
Claro, que sea un pulso entre la Diana y la suegra suscita debates interesantes sobre feminismo, pero como no me corresponde, quedaría por evaluar la interpretación de Kristen Stewart quien a mi parecer hace un excelente trabajo, seguro el mejor que le conozco y el que le ha valido reconocimientos en algunos certámenes y tal vez, una nominación al Oscar. Y hablando de eso, Johnny Greenwood creó música para la película y también le ha valido reconocimientos pues es muy valiosa en el montaje del drama psicológico. Dicho esto, ustedes sabrán si les provoca verla.