Sospecho que habrá muchos fans para quienes este comentario no hará mucha justicia, pero es sabroso tener una excusa renombrada como The Smashing Pumpkins para que este espacio de opinión no se enfoque siempre en "echar flores". Como todos sabemos esta novela se extiende hasta el día de hoy, siendo éste oscuro y triste capítulo (inclusive de luto), el primer punto de giro en la historia.
Mi punto es sencillo y aunque coincide con la salida (o despido) del baterista Jimmy Chamberlin del equipo, uno de sus principales activos, no se reduce solo a esto (miremos Zeitgeist, por ejemplo). Aquí William Patrick Corgan, cerebro del proyecto, "pierde el balón" por primera vez, llevado seguramente por su nada despreciable ego de gran compositor, con el pretencioso e inmediato antecedente del Mellon Collie & the Infinite Sadness donde resbala en tantos minutos de música pero sin mayores consecuencias. Pues bueno, en Adore vuelve a hacer la misma vaina: el bendito disco dura setenta y dos minutos y después de haberlo escuchado muchas veces, vuelvo y me pregunto ¿para qué diluir así la fuerza de esta propuesta?
La hermosa To Sheila, seguida por Adore (sin duda una de las mejores en su catálogo de música y videos) y la sonsa Perfect que recibió buena "rotación" en medios y que termina "pegando", hacen una apertura magnífica pero ya entrados en materia uno siente que la fórmula suena bien pero que las posibilidades prácticas de conectar con su energía son mínimas. En realidad provoca "sacarlo de su miseria" en varios momentos aunque rescataría, además de las mencionadas, a Once Upon A Time, Shame y Behold! The Night Mare.
En todo caso, se trata de un trabajo que en 1998 pasó por muchas de nuestras manos y oídos así que feliz aniversario!
