El encanto con la oscuridad del Blood Sugar Sex Magik y con el sabor metalero del One Hot Minute fue tan profundo en los años 90 que me costó ver a los Peppers adoptar esta versión pop de dominación mundial con la que salieron a promocionar este álbum. Valiéndome de mi elevada ridiculez adolescente, no simpaticé con las rimas de Around The World, disgusté de Scar Tissue por que era demasiado delicada y odié Californication, la palabra, el tema, la portada y por un tiempo, creí que el disco.
Poco sabía entonces que los Peppers se habían construido semejante obra maestra, una que se convirtió en una de mis preferidas de todos los tiempos, y que si bien me encanta que los álbumes anteriores todavía me resulten oscuros, la luz del Californication se volvió un culto dentro de un culto. Con el glorioso regreso del John rehabilitado, la banda retoma con más experiencia y madurez el altísimo punto donde habían dejado en suspenso su historia juntos, y con la ayuda del siempre acertado Rick Rubin nos regalan uno de los mejores cierres de Siglo XX en términos discográficos. Poco sabía entonces, pues los Red Hot Chili Peppers siempre han querido dominar el mundo con su música y carisma, y aunque quise rehusarme momentáneamente a sus encantos, fue inútil pues siempre he sido altamente susceptible a su fórmula.
Musicalmente los amo porque son grandes exponentes del funk metal, uno de los estilos que más disfruto, en gran parte por la interpretación instrumental, además de lo contagioso del ritmo y del permanente empleo de elementos hip-hop. Y también amo su carisma porque se ubican en un lugar sin compromisos con el que uno sabe que siempre puede contar aunque no estén pensando lo mismo que tu. Yo nunca me identificado particularmente con sus letras pero en todo caso me identifico con ellos porque antes de que empiece a sonar su música ya me han hecho sonreír.
Siempre fue importante que se la llevaban bien.
En Californication hay un virtuosismo genial por lo sutil. Conociendo ya con tanto detalle de lo que son capaces con sus instrumentos, siendo John uno de mis músicos predilectos, siendo Chad uno de mis bateristas favoritos, y siendo Flea el puto amo del bajo, en este disco enfocan ese potencial completamente en la composición, de modo que el virtuosismo de los instrumentos pasa desapercibido para capturarte melódicamente con la espectacular voz de Anthony y la característica fortaleza de su ensamble. Pero claro, además de evidentes momentos de la más alta finura musical, si uno detalla con cuidado, cosa que se logra con los años, empieza a revelarse la genialidad en los episodios más sencillos y la inercia tan tremenda que alcanzan cuando repiten la misma nota o cuando se quedan pegados en un básico ritmo de cuatro al piso.
Y si, el álbum tiene un espíritu sano y transparente que lo hace muy especial. No es lo que uno normalmente asocia como rock, pero si mueve una emoción importante de la vida. No siento necesidad de referirme a sus temas porque como acontece con todos los discos a los que les hago un reconocimiento de esta naturaleza, para mi no existen cortes en Californication pues se trata de otra pieza sólida de principio a fin. Sin embargo, si tuviera que escoger un momento, sería Purple Stain, un tema que arranca con el funk más meloso posible, para convertirse (hacia el minuto 2:38) en ese metal alternativo americano que solo lograban titanes como Rage Against The Machine. En fin, gracias muchachos por este discazo.
Feliz aniversario!