En diciembre me regalaron este clásico noventero de la literatura inglesa y quedé muy satisfecho con la experiencia. Construida sobre un sólido universo londinense que gira alrededor de la música popular, y liderada por el diálogo interno de un Rob Fleming en crisis existencial por su última ruptura amorosa, esta novela es real como para identificarse en varios aspectos y también, es divertida como lo es Sin Remedio para los bogotanos, es decir, MUY divertida.
Pasada la mitad de la novela, al final del capítulo 20, Rob está con Liz (la mejor amiga de su última exnovia, Laura), hablando de otras mujeres. Liz le dice: "¿Cómo es que odias a las mujeres que tienen un trabajo mejor que el tuyo, Rob?" y Rob piensa: "A veces, Liz es así. Es una tía estupenda, solo que a veces se pone como una de esas feministas paranoicas, que no ven más que maldades en todo lo que digas." Esta reflexión me quedó sonando y me hizo caer en cuenta de las razones del éxito comercial de High Fidelity: por un lado, es una fina memoria del mundo antes de Internet y sobre todo, de la música antes de Internet; y por otro, es un documento que basa su humor en la fragilidad masculina. Éstos dos aspectos la hicieron un bestseller, una influencia para el hipsterismo de inicios del siglo XXI, para el popular género narrativo de los conteos, las listas y los tops, y también una amplia fuente de adaptaciones, incluyendo una para serie de televisión en 2020 en la que Zoë Kravitz (una chica) interpreta el personaje principal. Creo que esto ilustra muy bien el alcance de la novela.
Para terminar, sentí que debí leerla en inglés y que haber visto la adaptación cinematográfica del año 2000 influyó en la imagen mental que me hacía de la novela, pero en todo caso fueron detalles menores. Si quieren una novela para divertirse y para identificar muchos clásicos de la música popular que están en mora de revisar (en mi caso, Marvin Gaye y Stiff Little Fingers), con ésta van a la fija.