Por: Santiago García-Herreros
Lanzado el 5 de marzo de 2007, Pocket Symphony es el cuarto disco del dúo francés Air (sin contar su EP Premiers Symptomes, ni City Reading, una colaboración con Alessandro Baricco). Este llega en un momento trascendental para su carrera debido a que el público empieza a conocer y apreciar su “firma musical”, pero al mismo tiempo espera impacientemente para ver hacia dónde llevarán su música, cuando las opciones obvias empezaban a agotarse.
Luego del éxito rotundo y de la pieza maestra instantánea que fue su debut Moon Safari, Air encontró muchas críticas entre sus fans por el carácter experimental de su segundo disco 10,000 Hz. Legend (¡aunque este es mi preferido!). Con Talkie Walkie, su tercer álbum, la banda retoma la senda del pop-retro-futurista del Moon Safari, una receta segura pero no muy innovadora. Y es así como la llegada del Pocket Symphony toma importancia: o la sacaban del estadio o podían quedarse relegados a un segundo plano.
Y en ese contexto decidieron ir por un sonido menos rock y menos pop, con una clara inclinación hacia lo atmosférico. El Pocket suena mucho más adulto, maduro y sabio que los discos anteriores, pero no tan sexy… (sin dejar de ser de calidad superior, por supuesto). Es extremadamente introspectivo y atmosférico, lo cual tal vez se transmita gracias a los instrumentos clásicos orientales que se destacan en el álbum: el Koto (una especie de harpa japonesa) y el Shamisen (un banjo japonés). Aunque solo 4 de sus 12 temas son puramente instrumentales, la su naturaleza musical del disco hace parecer que fueran muchas más. Es como si te llevara a un estado Somewhere Between Walking and Sleeping (donde el invitado vocal Neil Hannon transmite de manera exquisita el sentimiento de deriva etérea del disco).
En general, el álbum transmite una unidad musical que lleva a un viaje sonoro. Es un gran disco para lavar los platos, pintar, o sencillamente contemplar el infinito por la ventana. Pero entrando en materia de las canciones, entre las instrumentales vale la pena resaltar Space Maker y Lost Message. En particular esta última me parece muy profunda y llena de emoción, con una melancolía desgarradora.
Entre las que tienen letras One Hell of a Party es favorita. Una nostalgia extrema enmarca la canción, simbolizando en el tremendo guayabo del fiestón de la noche anterior. Teniendo en cuenta la obsesión de Air con las relaciones sentimentales y siendo este tema omnipresente en este disco, esta también se puede interpretar como el fin de un noviazgo. De cualquier modo, Jarvis Cocker hace un gran trabajo transmitiendo el sentimiento de depresión post-clímax con su voz.
Justo después, y encadenando la dupleta que para mí es el momento definitivo del álbum, viene Napalm Love, una suerte de ironía que habla de todas las formas extrañas y violentas que usamos para referirnos al amor “I'm falling in love”, “I'm burning in love”. No puedo evitar recordar I Appear Missing de QOTSA: Tal vez la historia que los Queens relatan es la razón por la que nos referimos al amor tan violentamente, después de todo: It's only falling in love because you hit the ground.
Definitivamente es el peor trabajo de Air o al menos el que menos me gusta de su discografía. Siento que ante la presión del público no pudieron explotar su talento al máximo. Si bien todas las “firmas musicales” por las que son conocidos están presentes en el álbum, luego de una década de explotación de este material empezaron a sonar predecibles y repetitivos. No obstante, como estamos hablando de las grandes ligas de la electrónica francesa, lo peor de los mejores tiene lo suyo. Y es que recordemos que Air es único y maravilloso por lograr unir la euforia electrónica de Daft Punk con la "parchadés" de Serge Gainsbourg y el existencialismo de Pink Floyd, obteniendo una alquimia exquisita que es a la vez suave, seductora y curiosa. Así pues, pesar de no ser el mejor, es un disco que vale la pena recordar en su décimo aniversario. Así que,
¡Feliz aniversario!