Ocho de sus demos iniciales remezclados para llegar al público por primera vez componen Come On Pilgrim, el primer combo de canciones perfectas por parte de la sofisticada banda rock de Boston (que al principio te parece inglesa), Pixies, estrenando en todo su esplendor su propuesta de estrofas tranquilas y coros explosivos que influenciaría a Nirvana (entre tantos otros) y que Bowie aplaudiría tiempo después.
Vamos (obligatoria en sus presentaciones en vivo por su episodio noise), Ed Is Dead (que me encanta por los armónicos coros junto a la bajista Kim Deal), The Holiday Song (uno de los riffs más pegajosos), Nimrod's Son y Levitate Me tienen guitarra rítmica acústica, lo que le da un sabor especial a este disco porque contrasta muy bien con los certeros leads de Joey Santiago (en guitarra eléctrica, claro) y también porque como base de los extraños y característicos relatos líricos de Black Francis, sugieren una personalidad gigante de su parte, como de cuentero, como de juglar (chiflado), como un temprano Johnny Cash o Bob Dylan, por ejemplo. Por cierto, su versátil voz, destacada por 'ir y venir' entre gritos e impecables melodías revela lo jóvenes que eran en ese momento, apenas llegados al 'segundo piso'.
En los otros tres temas, eminentemente eléctricos, destaca de inmediato la hermosa Caribou, cuyo ritmo ternario le permite una buena intensidad emocional a muy baja velocidad, por esto es la más larga de todas (3:15) y seguramente la mejor de las ocho. También llama la atención Isla de Encanta, segunda del repertorio con el genial español de Francis. I've Been Tired por su parte, contiene una de las letras más extrañas (junto a Nimrod's Son).
El caso es que Come On Pilgrim, además de ser el primer capítulo de una en un millón de bandas, por el momento en que se origina y por lo que implica a futuro también es todo un hito en la transición del underground ochentero a la explosión alternativa noventera.
Feliz aniversario!