Hace más de diez años me regalaron el renombrado libro El Olvido Que Seremos (2006) y hasta hace unos meses decidí empezarlo para seguir profundizando en la historia nacional, así como para estar al tanto de las conversaciones que se suscitarían con ocasión de la película colombiana que no hace mucho pasó por salas de cine y que ahora se encuentra disponible en Netflix, donde finalmente la vi.
Advirtiendo que aparte de ocasionales columnas de opinión, este libro es lo primero que leo del autor. Las ventas y los reconocimientos hablan muy bien de este texto, y aunque no siento vaya a ser un favorito propio de la literatura de este país, debo confirmar que lo recibí muy bien pues me parece un homenaje merecido a Héctor Abad Gómez (de quien poco conocía), una pieza importante para entender el conflicto sociopolítico colombiano y por supuesto, un gran logro para el escritor, quien comparte elementos muy profundos de su historia personal y de su identidad para construir esta novela testimonial (como se clasifica en Wikipedia, yo en algún momento pensé que era una biografía), la cual desborda en nostalgia y emociones, exaltando una moral que comparto ampliamente, así como dando paso a un documental (Carta A Una Sombra, de 2015) y a la película que reseñaré a continuación.
Abad Gómez era un activista de los Derechos Humanos, defendía la igualdad, el conocimiento, la salud en el sentido amplio (física, mental y espiritual), mientras se oponía a la violencia, a la mediocridad, a los dogmas, todo esto, sin entrar en conflicto con el hecho de tener una familia, un trabajo o una vida tradicional. Si leyeron el libro, supongo notaron como se resalta la figura del "centro ideológico", es decir, de quien no termina de pertenecer a ninguno de los dos figuras usualmente enfrentadas. No recuerdo en aquel momento pero supongo que esa figura no resultaba tan fastidiosa como ahora, pero no podía dejar de mencionarlo pues se me hizo evidente.
Leyendo esto, uno se la pasa entre la mente del entonces joven autor, la familia Abad Faciolince y la Colombia del Siglo XX, viaje con el que me identifiqué desde muchos puntos de vista, por lo cual recomendaría este libro.
Una de las primeras cosas que pensé cuando terminé el libro fue ¿cómo van a adaptar esto al cine?, pues si bien el libro está lleno de detalles, está lejos de una propuesta de puesta en escena. Al respecto, siento que hicieron un trabajo valioso, rescatando y condensando elementos importantes, y sin embargo, mi duda no era ligera pues estando muy bien logrados los aspectos técnicos, es en la adaptación donde yace su debilidad. Básicamente, tengo dos criticas: primera, que la película es muy larga y lineal (o cronológica); segunda, que privilegia mucho la rutina de los personajes sobre el contexto político. Por supuesto, esto genera que se pierda un poco el ritmo y también, que se pierda otro poco el antagonista, ese Estado asesino contra el que tanto hemos protestado.
En todo caso, es una entrega de buena calidad que cumple su función respetando el libro en que se basa. Se destaca mucho el arte y la actuación de Javier Cámara y del joven Nicolás Reyes Cano. Tiene buenos momentos de dirección y de montaje, un buen reparto y una magnífica Antioquia de época. Me recordó mucho a Roma (Cuarón, 2018), que es sin duda una referencia de muy buen nivel. Muy bien por Dago García y por la industria colombiana, aunque el director Fernando Trueba sea español. Así pues, bien puedan entrarle a El Olvido Que Seremos en Netflix, la califico con un 3,5/5.